PADRE KATO (Foto: Revista Kaikan)

TOKIO.- A los 90 años de edad dejó de existir el primer sacerdote nikkei peruano.

Se trata del Padre Manuel Kato Ida quien se ordenó religioso en 1954 en circunstancias que la vida religiosa experimentaba una preocupante crisis vocacional que provocó la disminución de misioneros que desarrollaban labores en Perú.

«Era la década de los años sesenta cuando el Provincial Franciscano entrega la Misión Católica Japonesa a la Santa Sede que a su vez la confia a los Padres Jesuitas. Y el general de esta Orden designa esta obra al Padre Luis Martínez, quien como Vicario Episcopal de la Misión Católica Japonesa dirigió en compañia del Padre Manuel Kato y el Padre Julio Vallejo Hayashida», sostiene César Tsuneshige, ex presidente de la Asociación Peruano Japonesa.

También nos recuerda que en 1976 cuando el Padre Kato había retornado del Japón, fue la Hermana Clara Tome quien le propone formar un grupo de apoyo para crear un centro para niños abandonados en el distrito de Puente Piedra, que fue bautizado como Hogar Emanuel.

«Desde esa época en constante actividad logró hacer realidad el Policlínico Emmanuel, la Casa de Reposo Emmanuel así como también la nueva casa de salud, el moderno Policlínico de la zona», destaca.

En 2014, el Padre Kato celebró sus bodas de diamante sacerdotales con un homenaje de la Comunidad Franciscana del Convento San Antonio de Padua, que desarrolló una especialísima eucaristía oficiada en la parroquia San Antonio de Padua por el Padre Mauro Alberto Vallejo, ministro de la provincia misionera San Francisco Solano del Perú.

Hoy sábado 7 de enero (viernes en Perú), fue el propio Padre Mauro Alberto Vallejo quien anunció el deceso del querido Padre Kato.

Sus restos serán velados en el Salón San Francisco de Asís de la parroquia San Antonio de Padua en el distrito limeño de Jesús María.

La misa de Cuerpo Presente será el día domingo 08 de enero a las 4.00 pm en el mismo lugar y posteriormente será llevado al Convento de los Descalzos del Rímac donde recibirá cristiana sepultura.

La última vez que conversamos con el Padre Kato fue en 2001, a una semana de nuestro viaje al Japón. Recordamos que nos dio la bendición y pidió que desarrollemos nuestra labor periodística con objetividad y sin sensacionalismo.

«Hay que informar con la verdad. En especial para que los familiares de los dekasegi conozcan la verdadera situación que viven allá en Japón. Y valoren todo el esfuerzo que hacen para que ellos puedan vivir dignamente en Perú», nos dijo.

Eso estamos haciendo.

Padre Kato, descanse en paz.

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