TOKIO.- El 3 de abril de 1899 (Meiji 32) la embarcación “Sakura Maru” arribó al puerto del Callao en el Perú con los 790 primeros inmigrantes japoneses que fueron en busca de nuevas oportunidades laborales que les permitan forjar el futuro de los suyos.

La mayoría eran agricultores que tenían por destino las grandes haciendas azucareras ubicadas en la costa del país sudamericano. Era la época cuando Japón empezaba a experimentar su etapa de modernización, cuando empezaba a abrir sus fronteras hacia occidente.

Los primeros inmigrantes japoneses eran conscientes que «debían empezar desde cero”, y debían enfrentar una humilde y laboriosa existencia como cualquier inmigrante en un país que les era completamente ajeno en tradiciones, lenguaje y costumbres.

Por eso los 790 japoneses no dudaron en zarpar un 7 de febrero de 1899 desde el puerto de Yokohama a bordo del “Sakura Maru” embarcación de propiedad de la empresa Nippon Yusen. La totalidad de viajeros eran varones nacidos en las prefecturas de Niigata (373), Yamaguchi (186), Hiroshima (176), Okayama (150), Tokyo (4) e Ibaraki (1).

En el parque Rinko de Yokohama, frente al mar, se encuentra el monumento LIMACHAN que representa la unión entre Japón y Perú.

Eran los primeros inmigrantes que llegaban al Perú con un contrato bajo el brazo de cuatro años de duración y desempeñarían labores de labranza en una hacienda o faenas en una fábrica de azúcar.

La remuneración mensual establecida en sus contratos era de 2 libras y 10 chelines (unos 25 yenes) que serían cancelados en moneda peruana o inglesa. La jornada de trabajo era de 10 horas por día si trabajaban al aire libre o 12 horas diarias (si trabajaban en las fábricas de azúcar).

Además podían gozar de un máximo de 2 horas extras recibiendo a cambio cinco peniques. Tenían derecho a descanso los domingos y los feriados nacionales peruanos. La empresa contratista Morioka, les descontó 8 chelines durante venticinco meses correspondientes a la garantía del contrato y pasaje de retorno al Japón.

Quizás para algunos resulte increíble pensar que la paga mensual ascendía a 25 yenes pero para los primeros inmigrantes fue una gran tentación dado que en ese entonces, el sueldo en Japón apenas llegaba a los 15 yenes, siempre y cuando se trabajara la jornada completa.

 

Recorte periodístico del diario El Comercio que da cuenta del arribo del Sakura Maru al puerto del Callao. Equivocan el nombre y número de inmigrantes.

Si realizamos un simple cálculo cada uno de los inmigrantes podía ahorrar hasta 720 yenes en el lapso de los cuatro años que duraba el contrato dado que descontando el costo de alimentación les quedaba como ahorro neto 15 yenes. Al comprar el pasaje de regreso a Japón que tenía un costo de 100 yenes, les quedaba 620 yenes, con el que podían iniciar algún negocio a su retorno.

Pero la realidad era otra. Nada de lo prometido fue cierto porque la empresa contratista se quedó con gran parte de los salarios. Además los inmigrantes tuvieron que hacer frente a un sin número de enfermedades debido a la pobreza en que vivían y la pésima condición higiénica que los rodeaban.

A menos de dos meses de su llegada al Perú, enfermedades como el cólera, peste, malaria, tifus intestinal y disentería afectó la salud de muchos inmigrantes llevandolos incluso hasta la muerte.

Se sabe que el número de inmigrantes muertos se incrementaba cada día y que a sólo dos meses de su arribo ya habían muerto 226 japoneses.

A octubre del año 1900 dicha cifra se incrementó en 126. Lo que representa que a 18 meses de haber pisado territorio peruano el 16% de los inmigrantes ya había muerto.

De otro lado, ante la negativa de aprender el español porque no tenían previsto permanecer más tiempo del establecido, muchos fueron estafados y no tenían a quien recurrir para pedir ayuda.

Por ese entonces no había Embajada japonesa en el Perú por lo que muchos enviaron solicitudes a los gobernadores y alcaldes de sus ciudades para que sean rescatados.

Fue entonces cuando los gobernadores de Yamaguchi, Hiroshima y Okayama quienes informaron a la cancillería nipona y le exigieron una rápida acción para rescatar a sus conciudadanos.

Enterado del gran problema, el gobernador de Yamaguchi, apellidado Furusawa emprendió una agresiva campaña para rescatar a los inmigrantes abandonados, publicando y difundiendo las solicitudes que habían recibido desde Perú.

Las crónicas de la época permiten conocer que los inmigrantes se enfrentaban a diario con dificultades que sumados al desánimo y la explotación los hizo caer en serios estados depresivos.

Además, el hecho que varios inmigrantes nipones se reunieran en algún lugar público causaba la molestia de los residentes.

El 18 de marzo de 1900 se produjo un gran conflicto entre los inmigrantes japoneses y los peruanos. El hecho ocurrió cuando caminaban tres japoneses por una calle cercana al puerto del Callao, un peruano agredió salvajemente a uno de ellos por la espalda causando su instantánea muerte.

Entonces sus dos compañeros atraparon al agresor para entregarlo a las autoridades policiales. Sin embargo, los vecinos peruanos salieron a defenderlo. Uno de ellos portando un revolver disparó contra los japoneses, tiro que rozó la gorra de uno de ellos. En esos momentos llegaron más japoneses y se armó una gresca confusa.

La suerte de la embarcación “Sakura Maru” fue muy dura al igual que la de los pioneros nipones. La nave fue hundida durante la guerra entre Japón y Rusia en el año 1904, sólo cinco años después de haber llevado a los primeros inmigrantes. Ésta es la única fotografía que se tiene del «Sakura Maru».

Este incidente motivó que el gobierno nipón envie un Alto Comisionado que estaba destacado en México para que investigue el hecho y que además constatara el cumplimiento de los contratos.

Noda Ryoji arribó al Perú el 25 de julio de ese mismo año y pudo comprobar que pasado un año y medio de la llegada de los primeros inmigrantes la situación en la que vivían sus compatriotas no era satisfactoria.

Además muchos japoneses cansados de los maltratos hicieron huelgas motivando que la relación con los hacendados se rompiera, lo que impedía que muchos retornen a sus países tal como les habían prometido ya que no disponían del dinero ya que lo poco que recibían a penas les permitía alimentarse.

Ante tal panorama, Noda presentó un informe a su cancillería donde solicitaba que todos los inmigrantes debían retornar al Japón porque no podían seguir viviendo bajo esas condiciones de vida.

Mientras esperaban la acción del gobierno japonés, Noda empezó a negociar con los hacendados mientras pedía paciencia a sus paisanos. Además la empresa contratista Morioka dio su palabra de mejorar la atención y relación con los inmigrantes. Si bien las medidas fueron sencillas lograron ser eficientes para mejorar la situación de los japoneses.

Bajo este nuevo escenario, Noda envió otro documento a las autoridades niponas donde afirmaba que estaban dadas las condiciones para que los inmigrantes japoneses continúen trabajando hasta el cumplimiento de sus contratos.

Por eso, continuaron llegando nuevas embarcaciones trayendo a bordo a más inmigrantes. En 1903, arribó a Perú el segundo grupo integrado por 1.077 japoneses en el “Duke of White”; en 1906 llegaron otros 775 la mayoría procedente de Okinawa a bordo del “Itukushima maru”; en 1907 arribaron otros 452 a bordo del “Kasato maru” entre otras.

Hoy la comunidad peruano japonesa ya cuenta con cinco generaciones.

EL DATO

Con motivo de conmemorarse el Centenario  de la Inmigración Japonesa al Perú se construyó un puente que representa la unión de ambos países. Se encuentra ubicado en el Campo de Marte de la ciudad de Lima.

 

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