VATICANO.- El Papa Francisco, de 88 años, continúa recuperándose en su residencia de Casa Santa Marta, luego de haber estado hospitalizado durante 38 días debido a una neumonía bilateral, una grave infección que afecta ambos pulmones.
Fue dado de alta el pasado 23 de marzo, y aunque ya se encuentra en casa, sigue en proceso de recuperación.
En el marco del Jubileo de los Enfermos —una misa especial dedicada a quienes atraviesan enfermedades—, el Pontífice compartió un mensaje emotivo sobre su experiencia personal con la enfermedad.
Debido a su estado de salud, no pudo asistir físicamente a la ceremonia, por lo que su homilía fue leída por monseñor Rino Fisichella.
“La enfermedad nos enseña a amar y dejarnos amar”
En su mensaje, el Papa Francisco habló abiertamente sobre la vulnerabilidad que ha vivido en estas semanas. Confesó haber experimentado la debilidad, la dependencia de otros y el sufrimiento físico, describiéndolo como un tiempo difícil pero también valioso en términos espirituales.
“La enfermedad nos enseña a amar y a dejarnos amar. Nos muestra lo importante que es agradecer, confiar, no desesperarse y aceptar el apoyo de quienes nos rodean”, expresó.
Palabras de consuelo para los enfermos
El Papa se dirigió directamente a los enfermos, compartiendo su cercanía y comprensión. Afirmó que, aunque estén en una cama de hospital o en casa, Dios está con ellos, acompañándolos en silencio y brindando esperanza.
“El cuarto de hospital puede convertirse en un lugar donde se escucha la voz del Señor”, dijo.
Reconocimiento al personal de salud
Francisco también agradeció profundamente a médicos, enfermeros y trabajadores sanitarios, reconociendo su labor como un acto de amor y misericordia.
“Su vocación es un camino para vivir la caridad, la misericordia y la esperanza”, afirmó, alentándolos a ver en los enfermos no una carga, sino una oportunidad para crecer en compasión.
Crítica a una sociedad que ignora el sufrimiento
El Papa criticó a las sociedades modernas que tienden a rechazar o invisibilizar la fragilidad. Señaló que en lugar de esconder el dolor, se debe abrazar y aprender de él.
“No apartemos el dolor de nuestras vidas. Abracémoslo y aprendamos de él”, exhortó.
Un mensaje de esperanza en medio del sufrimiento
Utilizando ejemplos bíblicos, como el exilio de Israel en Babilonia o el encuentro de Jesús con la mujer adúltera, el Papa subrayó que el sufrimiento no significa abandono. Dios, dijo, siempre ofrece una nueva oportunidad y nunca se aleja del que sufre.
“La enfermedad es una de las pruebas más duras de la vida, pero Dios no se aleja de nosotros. Nos abraza aún más fuerte en los momentos difíciles”, concluyó.
Con este mensaje, el Papa busca consolar a los enfermos, alentar a quienes los cuidan y recordar a todos que incluso en el dolor se puede encontrar sentido, amor y fe.
Histórica visita a Japón
El papa Francisco visitó Japón del 23 al 26 de noviembre de 2019, marcando la primera visita de un pontífice al país en casi 40 años, desde la llegada de Juan Pablo II en 1981.
Su viaje estuvo centrado en el lema “Proteger toda vida”, un mensaje que resaltó la importancia de la paz, el desarme nuclear y la dignidad humana.
Durante su estadía, recorrió tres ciudades clave:
•Nagasaki e Hiroshima (24 de noviembre): En estos lugares, que sufrieron los bombardeos atómicos de 1945, el papa lanzó un fuerte llamado contra las armas nucleares.
En Nagasaki visitó el Monumento a los Mártires Cristianos, recordando la historia de la persecución religiosa en Japón. Luego, en Hiroshima, participó en un evento de paz en el Parque Conmemorativo de la Paz, donde abogó por un mundo libre de armamento nuclear.
•Tokio (25 de noviembre): Se reunió con el emperador Naruhito y el entonces primer ministro Abe Shinzō.
También tuvo un encuentro con jóvenes, donde habló sobre los desafíos de la sociedad moderna, y celebró una multitudinaria misa en el Tokyo Dome, un evento significativo en un país donde los católicos representan menos del 0.5% de la población.
Este viaje fue particularmente simbólico no solo por la minoría católica en Japón, sino también por la conexión personal del papa Francisco con el país. Cuando era joven, soñó con ser misionero en Japón, pero problemas de salud se lo impidieron.
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