Confesión y ADN: se resuelve un crimen que marcó a Nagoya desde 1999
📍Aichi | 31 de octubre
Después de casi 26 años de incertidumbre, un giro inesperado ha reabierto las heridas y las esperanzas en uno de los casos más enigmáticos de Nagoya.
En noviembre de 1999, Takaha Namiko, ama de casa de 32 años, fue brutalmente asesinada con un arma blanca en su apartamento del distrito de Nishi. Desde entonces, la policía de Aichi había movilizado cerca de 100,000 agentes en total a lo largo de las décadas sin lograr identificar al responsable.
Sin embargo, hoy el caso dio un vuelco: una mujer de 69 años, Yasufuku Kumiko, residente en el distrito de Minato se presentó voluntariamente en una comisaría y confesó su implicación en el crimen.
Según la Policía Prefectural de Aichi, el ADN hallado en la escena del crimen coincide con el de la detenida, lo que permitió su arresto formal por homicidio.
🧬 La confesión y la prueba decisiva
De acuerdo con las autoridades, Yasufuku acudió sola a la comisaría el día anterior y, ante los investigadores, declaró:
Atteimasu「あっています」(“Así es”).
Una frase breve, pero que puso fin a más de un cuarto de siglo de misterio.
El avance fue posible gracias a nuevas técnicas de análisis genético aplicadas a rastros de sangre preservados desde 1999. Los resultados confirmaron la coincidencia, lo que llevó a la detención inmediata de la sospechosa.
👨👩👧 La familia que nunca olvidó

El esposo de la víctima, Takaha Satoru, ha mantenido desde entonces una promesa silenciosa: conservar el apartamento donde ocurrió el crimen, como una forma de mantener viva la memoria de su esposa y evitar que el caso se olvidara.
Al conocer la noticia del arresto, expresó con emoción contenida:
“Por fin puedo sentir un poco de alivio”.
Su gesto —pagar año tras año el alquiler de un lugar marcado por el dolor— se convirtió en símbolo de perseverancia y amor inquebrantable, reflejo de muchas familias japonesas que siguen esperando justicia por delitos no resueltos.
⚖️ Reflexión social
El caso Takaha ilustra la importancia de la tecnología forense y la persistencia policial en Japón, donde existen más de 1,200 casos sin resolver desde los años noventa.
También recuerda la profunda dimensión humana detrás de las cifras: la espera interminable de los familiares, los investigadores que nunca abandonaron la causa y la sociedad que exige respuestas, incluso después de una generación.

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