📍Kuala Lumpur | 7 de junio de 2025


En un nuevo episodio que evidencia el creciente problema de las estafas telefónicas transnacionales, las autoridades de Malasia informaron la detención de alrededor de 20 personas, entre ellas 13 japoneses, acusadas de hacerse pasar por policías japoneses para estafar a ciudadanos de su país.

Según el comunicado oficial de la policía malasia, equipos de investigación allanaron dos supuestos centros de operaciones de un grupo de fraude telefónico en la capital, Kuala Lumpur, y en una zona cercana.

Allí encontraron a 19 extranjeros —entre ellos chinos y japoneses— que, de acuerdo con las investigaciones, llamaban a víctimas japonesas y se hacían pasar por oficiales de la Policía de Osaka. Mediante engaños, los estafadores solicitaban transferencias de dinero a cuentas bancarias designadas, logrando así apropiarse de sumas considerables.

Durante la redada, las autoridades confiscaron smartphones, computadoras portátiles, libretos en japonés que servían como guion para las llamadas y hasta uniformes similares a los de la policía japonesa. Estos elementos evidencian la minuciosa planificación de la organización, que buscaba dar credibilidad a sus estafas y aumentar la presión sobre las víctimas.

De los 13 japoneses detenidos, 6 fueron acusados formalmente en el país asiático, pero tras pagar una multa, recuperaron la libertad. Se desconoce por el momento si serán deportados o si se les abrirá un proceso en Japón por estos delitos.

Este no es un caso aislado: en lo que va del año, se han descubierto redes similares en Myanmar y recientemente, a finales de mayo, en Camboya, donde más de 20 japoneses fueron arrestados por su presunta participación en delitos de fraude telefónico.

Las autoridades japonesas y del sudeste asiático enfrentan crecientes dificultades para frenar estas redes, que aprovechan la conectividad internacional y la vulnerabilidad de las víctimas.

 

🔎 Contexto y preocupación


El fenómeno de las estafas telefónicas —conocidas en Japón como “特殊詐欺” (tokushu sagi)— ha evolucionado con el tiempo. Originalmente locales, estas redes criminales han migrado a países del sudeste asiático, desde donde operan a distancia aprovechando la brecha legal y la dificultad de coordinación policial internacional. La modalidad más común es hacerse pasar por policías o funcionarios públicos, infundiendo miedo a las víctimas y convenciéndolas de que necesitan enviar dinero para resolver supuestos problemas legales o fiscales.

El gobierno japonés ha advertido repetidamente sobre estos fraudes, pero la facilidad de operar desde el extranjero y el uso de intermediarios dificultan su erradicación. Las autoridades reiteran a la población la necesidad de desconfiar de llamadas que soliciten transferencias de dinero y, ante la duda, contactar directamente con la policía o con las entidades oficiales.

 


🔎 Análisis legal:


📌 Cooperación bilateral:

Japón y Malasia mantienen desde hace años una relación de cooperación en materia de seguridad y justicia. Ambos países son miembros de la Interpol, lo que les permite intercambiar información sobre delincuentes, emitir alertas internacionales y coordinar detenciones. En casos como este, donde hay japoneses involucrados en delitos cometidos en Malasia, las autoridades malasias tienen plena jurisdicción para investigar y enjuiciar a los acusados bajo sus propias leyes.

 

📌 Extradicción:

Japón y Malasia no tienen un tratado bilateral de extradición. Sin embargo, Japón puede solicitar la entrega de ciudadanos japoneses detenidos en Malasia bajo el principio de reciprocidad o a través de convenios multilaterales como la Convención de las Naciones Unidas contra la Delincuencia Organizada Transnacional (UNTOC). En la práctica, suele respetarse la soberanía de cada país y se permite que los delitos cometidos en Malasia sean juzgados allí, a menos que existan circunstancias especiales.

 

📌 Juicio y castigo:

En el caso de los 13 japoneses detenidos, las autoridades malasias optaron por acusar a seis de ellos y, tras el pago de una multa, permitir su liberación. Esto muestra que el delito (estafa telefónica) está tipificado en Malasia y que las penas pueden incluir multas o incluso cárcel, dependiendo de la gravedad y de las circunstancias.

 

📌 Coordinación con Japón:

Japón, por su parte, puede abrir investigaciones paralelas si se descubre que los delitos cometidos desde el extranjero perjudicaron a ciudadanos japoneses. En algunos casos, aunque no exista extradición, Japón puede solicitar a las autoridades malasias información y pruebas para continuar con procesos en territorio japonés.

 


🔎 Consejos prácticos para prevenir estafas telefónicas


📞 ① Desconfía de llamadas inesperadas:

Si recibes una llamada de alguien que dice ser de la policía, la fiscalía o de alguna agencia oficial, verifica la identidad del interlocutor antes de proporcionar cualquier información. Puedes colgar y llamar directamente al número oficial de la comisaría o entidad correspondiente.

 

👤 ② No des información personal ni bancaria:

Los estafadores suelen solicitar datos como tu dirección, número de cuenta bancaria o contraseña. Ninguna autoridad legítima te pedirá estos datos por teléfono de forma repentina.

 

💰 ③ No transfieras dinero bajo presión:

Los estafadores suelen generar miedo (“su hijo está involucrado en un delito”, “hay una investigación en su contra”) para que transfieras dinero de inmediato. Respira, cuelga y busca asesoría.

 

🚨 ④ Consulta con la policía local:

En Japón existe la línea directa contra las estafas telefónicas (110) y líneas de ayuda como la de la Agencia Nacional de Policía. Si tienes dudas, llámalos.

 

🌐 ⑤ Mantente informado:

Los fraudes telefónicos se adaptan a las nuevas tecnologías y circunstancias. Revisa las alertas de la policía o de la embajada y comparte la información con familiares y amigos, especialmente con personas mayores.

 




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