📍Tōkyō | 7 de junio de 2025
En un recorrido cargado de emociones, la princesa Aiko, hija del emperador Naruhito y la emperatriz Masako, visitó Okinawa, donde sus palabras y gestos reflejaron una profunda sensibilidad hacia el pasado trágico de la isla y su gente.
Su susurro espontáneo —“Súper fuerte…”— surgió al contemplar las huellas del sufrimiento humano durante la Segunda Guerra Mundial, particularmente la devastadora Batalla de Okinawa y la tragedia del Tsushima-maru, episodios que aún laten en la memoria colectiva de los okinawenses.
🔥 La Batalla de Okinawa: la batalla más sangrienta en suelo japonés
La Batalla de Okinawa (1 de abril – 22 de junio de 1945) marcó un antes y un después para la población local y para el propio Japón. Fue la única gran batalla librada en suelo japonés y se cobró la vida de más de 240,000 personas, entre ellas más de 100,000 civiles. La isla quedó convertida en un campo de ruinas: las familias se refugiaron en cuevas para huir de los bombardeos, mientras la población civil quedaba atrapada entre el ejército japonés y las tropas estadounidenses.
El sufrimiento fue indescriptible: se calcula que uno de cada cuatro okinawenses murió durante el asedio. El miedo y el hambre fueron tan atroces que se produjeron suicidios colectivos en algunos pueblos, alentados por la propaganda militar japonesa que temía la rendición. Aquel episodio dejó cicatrices profundas en la sociedad y en la memoria de las familias.
🚢 La tragedia del Tsushima-maru: niños en el mar de la tragedia
En medio del caos de la guerra, el gobierno japonés decidió evacuar a miles de niños de Okinawa hacia la isla de Kyushu para protegerlos de los bombardeos. En ese contexto, el Tsushima-maru, un buque de transporte, zarpó de Naha el 22 de agosto de 1944 con 1,788 personas a bordo, en su mayoría escolares y maestros.
Esa misma noche, el barco fue torpedeado por el submarino estadounidense USS Bowfin frente a las costas de Amami Ōshima. En pocos minutos, el Tsushima-maru se hundió, llevándose consigo las vidas de 1,484 personas, entre ellas 781 niños. Solo sobrevivieron unos 59 menores y 254 adultos.
El gobierno japonés impuso un severo silencio oficial (箝口令, kankōrei) para ocultar la tragedia y no desmoralizar a la población. Muchos padres no supieron nunca la verdad de lo sucedido. Algunas cartas lograron burlar la censura, como la del hermano de Takara Masakatsu, uno de los pocos sobrevivientes que perdió a toda su familia a bordo.
👑 El encuentro con el pasado: la visita de la princesa Aiko
En su primera visita oficial a Okinawa, la princesa Aiko llegó vestida con un sencillo pero elegante one-piece de color oscuro, adaptado a la calidez del clima de la isla, y con el cabello recogido en una coleta. Fue un atuendo cargado de respeto y empatía.
Junto a sus padres, la emperatriz Masako y el emperador Naruhito, Aiko depositó flores ante el Kozakura no Tō ( 小桜の塔) erigido para honrar a los niños que murieron en el Tsushima-maru. Allí, la joven princesa mostró una profunda emoción y sensibilidad, y luego en el Museo Memorial del Tsushima-maru, se reunió con sobrevivientes y familiares de las víctimas.
Uno de los momentos más humanos se produjo cuando Aiko, conmovida al saber que solo un cuarto de las víctimas tenían fotografías en el museo, sugirió:
🗣️ “¿Solo fotografías? Tal vez podrían recoger retratos pintados, ¿no cree?”.
Esa idea, sencilla pero cargada de empatía, sorprendió a la directora Taira Tsugiko, quien agradeció la propuesta como una forma de mantener viva la memoria.
El emperador, con voz serena, recordó al señor Takara de su anterior visita, y le expresó su admiración por la fuerza que había demostrado pese a la tragedia.
🤝 Más que un gesto, un compromiso con la memoria
La visita de Aiko simboliza el compromiso de la familia imperial de transmitir la historia de Okinawa a las nuevas generaciones. Para los okinawenses, esa presencia —la de tres generaciones de la familia imperial— es un gesto de consuelo y reconocimiento a su sufrimiento, que aún hoy se recuerda con cicatrices visibles en la sociedad.
Antes de despedirse, Aiko comentó con sencillez:
🌞 “Hoy está muy caluroso… mucho calor, ¿verdad?”.
Sus padres también mostraron su cercanía, deseando a todos que se cuidaran mucho:
👑 “Por favor, cuídense y pasen un buen día”.
En esas palabras sencillas y en la calidez de su mirada, Aiko demostró que la historia no es solo pasado: es una herida que necesita cuidados y empatía. Con su visita, se convierte en un puente entre la memoria y el futuro, recordándonos que la paz y la dignidad se construyen a través de la empatía y el respeto.
🏝️ ¿Cómo reconstruyó Okinawa su identidad tras la guerra?
Después de la tragedia y la ocupación, Okinawa tuvo que reinventarse como parte de Japón y también como símbolo de la paz. Bajo la administración estadounidense (1945-1972), la isla se transformó en una gran base militar, pero también en un lugar donde surgieron movimientos por la paz y la identidad local.
La devolución a Japón en 1972 no acabó con los desafíos: las bases militares continuaron generando tensiones, pero la cultura okinawense —a través de la música (como el sanshin y el eisa), la gastronomía (goya champuru) y la artesanía (textiles bingata)— se convirtió en un elemento clave para reconstruir la autoestima de los okinawenses.
El recuerdo del Tsushima-maru y de la Batalla de Okinawa se mantiene vivo en escuelas, museos y monumentos. Muchos colegios incluyen visitas al Heiwa no Ishiji y al Museo Memorial del Tsushima-maru como parte de la educación para la paz, con la idea de que las nuevas generaciones comprendan el sufrimiento pasado y trabajen para que nunca se repita.
Con su visita, la princesa Aiko se suma a este esfuerzo de memoria y reconciliación, mostrando que la historia de Okinawa no es solo una página dolorosa, sino un aprendizaje para construir un futuro de empatía y paz.
©NoticiasNippon