📍Tōkyō | 2 de mayo de 2025
Un caso que ha generado preocupación en la comunidad educativa y deportiva de Japón ocurrió en una clase de kendo —arte marcial tradicional japonés— en el distrito de Adachi, en la capital nipona.
Durante una práctica realizada en enero en el gimnasio de una escuela primaria, una niña de primer grado fue golpeada en la cabeza con una espada de madera (bokutō) por un hombre de 53 años que se desempeñaba como instructor voluntario.
La menor, a pesar de llevar el equipo de protección reglamentario, sufrió una conmoción cerebral y hematomas, además de presentar síntomas como náuseas que obligaron a trasladarla al hospital.
💬 Un método equivocado de enseñanza con consecuencias reales
Según la investigación llevada a cabo por la Policía de Ayase (綾瀬署), el exinstructor ha admitido los hechos.
Declaró que su intención era corregir la postura del brazo de la alumna, porque “no lo estaba levantando correctamente”, pero reconoció que su forma de instruir fue inapropiada.
Esta supuesta corrección terminó convirtiéndose en una agresión desde atrás con una espada de madera, lo cual puso en riesgo la salud de una niña de tan solo 6 o 7 años.
🏥 El impacto en la víctima
Aunque la niña llevaba puesto el “men” —la armadura que protege la cabeza en el kendo—, el golpe fue lo suficientemente fuerte como para provocarle una lesión cerebral leve.
No solo tuvo síntomas físicos como vómitos y mareos, sino que, como es común en este tipo de casos, también puede haberse visto afectada emocionalmente.
Según expertos en trauma infantil, ser agredido por una figura de autoridad puede dejar huellas duraderas, sobre todo si ocurre en un entorno que debería ser seguro, como una clase escolar o un deporte.
🥋 Sanción desde el mundo del kendo
Además del proceso penal, la Federación de Kendo de Tokio actuó de forma rápida: en marzo suspendió por dos años la membresía del exinstructor, lo que le impide dar clases o participar en torneos oficiales.
Esto busca enviar un mensaje claro: la violencia no tiene cabida en la enseñanza del kendo, incluso si se disfraza como una “corrección”.
👨👩👧 Reacciones sociales: ¿hasta cuándo el autoritarismo en los deportes tradicionales?
Este caso ha despertado inquietud en redes sociales y medios japoneses. Muchos padres y madres se preguntan:
¿Dónde está el límite entre la disciplina y el abuso?
Si bien el kendo promueve valores como el respeto, el autocontrol y la superación personal, aún persisten prácticas autoritarias en ciertos entornos de entrenamiento.
Algunas personas defienden la rigidez como parte del carácter japonés, pero cada vez más voces —especialmente de psicólogos infantiles, educadores y sobrevivientes de abuso— exigen formas de enseñanza que prioricen la seguridad y el bienestar emocional de los menores.
🤲 ¿Qué queda por hacer?
Este incidente pone en evidencia la necesidad de:
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Formación obligatoria en pedagogía y manejo emocional para instructores deportivos voluntarios.
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Supervisión estricta en actividades extracurriculares escolares.
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Escuchar a los niños, proteger su integridad y romper el silencio frente al maltrato “normalizado”.
En síntesis
Este no fue un accidente ni una travesura, fue una agresión en un contexto formativo. Y aunque no se trate de una figura famosa o un crimen espectacular, es uno de esos casos que refleja problemas profundos en cómo se educa, se disciplina y se protege a los más pequeños en Japón.
⚖️ Qué dice la ley en Japón
El caso fue tratado como “delito de lesiones” (傷害罪 / shōgaizai) y el instructor fue escrito en informe (書類送検 / shorui sōken) el 2 de mayo.
Esto significa que no fue arrestado en el acto, pero la fiscalía decidirá si lo acusa penalmente.
Según el Código Penal japonés, causar daño físico a otra persona puede conllevar:
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Hasta 15 años de prisión, si las lesiones son graves.
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Sanciones menores o multas, si se considera una lesión leve o si hay atenuantes como remordimiento o falta de intención clara.
En este caso, aunque el hombre no tenía la intención directa de causar daño, su acción fue claramente peligrosa y negligente, y ocurrió en un contexto de superioridad y responsabilidad sobre una menor de edad.
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