📍Saint-Malo | 5  de mayo de 2025


Por primera vez desde que se convirtió en madre, Osaka Naomi alza un trofeo. Y lo hace en el lugar más inesperado: la arcilla europea.

La escena ocurrió este domingo 5 de mayo en Saint-Malo, una pintoresca ciudad costera en la Bretaña francesa.

Allí, la tenista japonesa de 27 años levantó el título del torneo L’Open 35 de Saint-Malo, parte del circuito WTA 125, tras vencer con autoridad a la eslovena Kaja Juvan por 6-1, 7-5 en la final.

Este trofeo no es uno más en su palmarés: es el primero desde el Abierto de Australia 2021, cuando aún era la reina indiscutible de las pistas duras.

Pero además, marca su primer título desde que fue madre en julio de 2023, y, lo más sorprendente, es el primero de su carrera sobre tierra batida, la superficie que durante años le pareció ajena, incómoda y traicionera.

Un poco irónico ganar mi primer trofeo desde el regreso en la superficie que pensaba que era la peor para mí. Pero esa es una de las cosas que más me gustan de la vida: siempre hay espacio para crecer y evolucionar”, escribió Osaka en X, mostrando su lado más reflexivo y maduro.

 


Una vuelta con obstáculos


El camino de Osaka no ha sido fácil. Tras una larga pausa en su carrera para enfocarse en su salud mental y después en su maternidad, volvió al circuito en 2024 sin grandes resultados.

En el Abierto de Australia alcanzó la tercera ronda, pero tuvo que retirarse por lesión. En otros torneos, no pasó de las primeras rondas, acusando falta de ritmo, potencia y precisión.

El título en Saint-Malo no solo le da confianza, sino también un mensaje claro a sus rivales: Osaka ha vuelto y está dispuesta a reinventarse. Ganar en arcilla —una superficie que históricamente exige resistencia, paciencia y juego táctico— demuestra que su evolución va más allá del plano físico.

 


Pensando en Roland Garros


Su victoria llega a solo unas semanas de que arranque el Roland Garros, el Grand Slam parisino que se juega también sobre arcilla y donde Osaka nunca ha pasado de la tercera ronda. Pero esta vez, la historia podría ser diferente.

Con un trofeo reciente en las manos, una hija que la acompaña como nueva fuente de inspiración y una mentalidad renovada, Osaka parece estar lista para una nueva etapa.

En un mundo del deporte dominado por narrativas de gloria temprana y caídas abruptas, Osaka está escribiendo una historia distinta: la de una atleta que no teme empezar de nuevo, aceptar sus debilidades y convertirlas en fortalezas.

Y lo está haciendo, curiosamente, sobre el terreno más difícil: la tierra batida.

 


 


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