📍Tōkyō | 11 de mayo de 2025


Este segundo domingo de mayo, millones de familias en Japón se unen a una celebración entrañable y universal: el Haha no hi – 母の日 (día de la madre).

Es una fecha dedicada a expresar cariño y gratitud hacia las mujeres que nos dieron la vida y que, con dedicación silenciosa, han sostenido hogares, criado hijos y construido comunidades.

En los supermercados, floristerías y centros comerciales de todo el país, los claveles rojos —símbolo por excelencia de esta jornada— ya se exhiben en ramos, envoltorios especiales y arreglos personalizados, muchos acompañados por mensajes simples pero cargados de afecto: Itsumo, arigatō  – “いつもありがとう” (Gracias por todo, mamá).

 


Un homenaje con raíces profundas


Aunque hoy se ha convertido en una costumbre comercialmente popular, el origen del Día de la Madre tiene una historia íntima y emocional.

Se remonta a 1907, cuando Anna Jarvis, una mujer estadounidense, organizó una ceremonia en una iglesia de Virginia Occidental para honrar a su madre fallecida, quien había sido maestra de escuela dominical. En ese homenaje, entregó claveles blancos, la flor favorita de su madre.

La idea de dedicar un día para reconocer a todas las madres rápidamente tocó el corazón de miles de personas. Solo un año después, en 1908, más de 400 asistentes se congregaron en esa misma iglesia para conmemorar el primer “Mother’s Day”. En 1914, el gobierno de Estados Unidos lo declaró oficialmente como un día nacional.

 


Japón y su propia historia de agradecimiento


En Japón, esta tradición comenzó a florecer unos años más tarde. En 1913, la escuela cristiana Aoyama Gakuin, en Tokio, realizó un servicio religioso en honor a las madres.

Aquella ceremonia fue posible gracias al esfuerzo de misioneras extranjeras y al propio mensaje de Anna Jarvis, quien envió palabras de aliento y apoyo.

La idea fue ganando simpatía, especialmente entre comunidades cristianas y escuelas religiosas.

No fue sino hasta después de la Segunda Guerra Mundial, en 1949, que el país adoptó de forma generalizada el segundo domingo de mayo como el Día de la Madre, siguiendo el modelo estadounidense.

Desde entonces, se ha convertido en una celebración muy querida por niños, jóvenes y adultos.

 


Flores, palabras, y silencios que también dicen “te quiero”


El Akai kānēshon – 赤いカーネーション (clavel rojo) es, sin duda, el protagonista de la jornada. Se entrega como símbolo de amor y gratitud a las madres vivas, mientras que el blanco se asocia al recuerdo de aquellas que ya no están.

Junto a ellos, también se popularizan otras flores como las hortensias, los lirios, las rosas o las gerberas, dependiendo del gusto de cada familia.

Más allá de los regalos, muchas familias preparan comidas especiales, visitan a sus madres o simplemente hacen llamadas telefónicas con palabras que quizás no siempre se dicen: “Gracias por cuidarme”, “perdón por las veces que no te escuché”, “te quiero”.

En hospitales, hogares de ancianos y hasta en comunidades rurales, también se celebran pequeños actos y encuentros donde se reconoce el esfuerzo de las madres de ayer y hoy. En las escuelas, los niños suelen crear tarjetas hechas a mano, dibujos y canciones.

 


Un día también para reflexionar


Para muchas personas, el Día de la Madre puede ser también una fecha nostálgica o dolorosa.

Aquellos que han perdido a sus madres o quienes están alejados por razones de salud, trabajo o conflictos familiares, viven esta jornada desde el recuerdo o el anhelo.

Por eso, diversas organizaciones recomiendan que sea una fecha inclusiva y respetuosa, donde se valore la diversidad de realidades familiares y se fomente la empatía.

 

Hoy, en miles de rincones de Japón, la frase es la misma y nunca pasa de moda:

Okāsan, arigatō「お母さん、ありがとう。」– “Gracias, mamá”.

 




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