📍Tōkyō | 13 de mayo de 2025


El gobierno japonés ha comenzado los preparativos para enviar a su representante oficial a la misa de entronización del nuevo Papa León XIV, recientemente elegido por el cónclave de la Iglesia Católica.


Se trata de una figura política muy conocida y experimentada: Aso Taro. La ceremonia está prevista para el 18 de mayo en la Ciudad del Vaticano.

Esta decisión no es casual ni meramente protocolaria. Aso Taro es cristiano, algo poco común entre los políticos japoneses —en un país donde el cristianismo representa menos del 1% de la población—, y es una figura con amplia experiencia en asuntos exteriores y relaciones internacionales.

Enviar a alguien que no solo representa la diplomacia japonesa sino que también comparte la fe cristiana, transmite un mensaje de cercanía y respeto hacia el Vaticano y el mundo católico.

 


Un momento simbólico para el mundo y para Japón


La entronización del Papa León XIV marca el inicio de un nuevo capítulo en la Iglesia Católica. Tras la renuncia del papa Francisco, quien se convirtió en una figura global por su enfoque en la humildad, la justicia social y la ecología, la elección de su sucesor es seguida con atención por millones de creyentes en todo el mundo.

Para Japón, un país donde la religión católica ha tenido una historia compleja —desde la persecución de cristianos en los siglos XVI y XVII hasta la libertad religiosa garantizada en la era moderna—, esta es una oportunidad de reafirmar su compromiso con los valores universales de paz, diálogo y cooperación entre culturas y religiones.

 


Una tradición diplomática


ASO TARO

No es la primera vez que Japón envía un exjefe de gobierno a una misa papal de entronización. En 2013, cuando fue elegido el papa Francisco, el representante japonés fue Mori Yoshiro, también ex primer ministro.

Este tipo de designaciones refleja cómo Japón da prioridad a la diplomacia simbólica y busca mantener buenas relaciones incluso en escenarios donde la religión es un factor importante.

Aso Taro, actual asesor supremo del Partido Liberal Democrático (PLD) , con su personalidad directa, su dominio del inglés y su historial como ministro de Finanzas y de Relaciones Exteriores, será una figura reconocida y probablemente bien recibida entre los representantes internacionales que asistan a la ceremonia.

 


Más allá del protocolo: lo que está en juego


La presencia de Aso en esta misa no solo se limita a un acto ceremonial. Japón, como tercera economía mundial, busca seguir construyendo vínculos con países de tradición cristiana en América Latina, Europa y África. Además, el Vaticano tiene un papel especial en temas humanitarios y de derechos humanos, áreas en las que Japón también quiere ser percibido como líder global.

Este gesto podría tener resonancia también dentro del país, entre la comunidad cristiana japonesa, así como entre los grupos que promueven el respeto religioso y la diplomacia cultural.

 


El catolicismo en Japón: una historia de fe, persecución y resiliencia


Aunque hoy el catolicismo en Japón representa una minoría religiosa muy pequeña —menos del 0.5% de la población, con alrededor de 400,000 fieles—, su historia en el archipiélago es profunda, trágica y, a la vez, inspiradora.

 


Orígenes: llegada de los misioneros europeos


El catolicismo llegó a Japón en 1549, de la mano del jesuita español San Francisco Javier, durante el período Sengoku, una época de guerras internas entre clanes.

Fue bien recibido inicialmente por algunos señores feudales (daimyō), sobre todo en Kyūshū, ya que los misioneros traían conocimientos técnicos, comercio internacional y nuevas ideas.

En pocas décadas, decenas de miles de japoneses se convirtieron al cristianismo, y se construyeron iglesias, escuelas y hospitales. Algunos daimyō incluso se bautizaron. Japón comenzó a formar parte de una red comercial y religiosa que lo conectaba con Europa, Filipinas, India y América Latina (especialmente México, entonces parte del virreinato español).

 


Persecución y prohibición


Pero el auge del cristianismo preocupó al shogunato Tokugawa, que temía que los misioneros abrieran las puertas a la colonización extranjera.

A partir de 1612, el cristianismo fue prohibido. Miles de fieles fueron perseguidos, torturados y ejecutados, y se exigía a todos los habitantes pisar imágenes religiosas (fumi-e) para probar que no eran cristianos.

La persecución culminó con la rebelión de Shimabara (1637–1638), un levantamiento en Kyūshū protagonizado mayormente por campesinos cristianos.

Fue brutalmente sofocado. Tras eso, Japón cerró sus puertas al mundo exterior durante más de dos siglos (sakoku), y la práctica cristiana fue completamente clandestina.

 


Los “kakure kirishitan”: cristianos ocultos


Durante el aislamiento, muchos católicos practicaron su fe en secreto, sin sacerdotes ni misas, mezclando tradiciones cristianas con símbolos budistas y sintoístas para sobrevivir. Se les conoce como “kakure kirishitan” (cristianos ocultos).

Transmitían oraciones oralmente, adaptaban imágenes para que no fueran detectadas y mantenían su fe durante generaciones, en especial en Nagasaki y algunas islas de Kyūshū.

 


Restauración y renacimiento


En el siglo XIX, con la apertura de Japón al mundo (Era Meiji), el cristianismo fue legalizado en 1873. Misioneros regresaron, y muchas familias “ocultas” salieron a la luz tras más de 250 años.

Hoy, las comunidades católicas están presentes sobre todo en Nagasaki, Tokyo, y partes de Okinawa y Hokkaidō. Japón tiene 16 diócesis y 3 arquidiócesis, y existen escuelas, hospitales y organizaciones sociales católicas muy activas.

 


Visitas papales y reconocimiento internacional


Tres papas han visitado Japón:

•Pablo VI envió mensajes de paz pero no viajó personalmente.

•Juan Pablo II visitó en 1981, destacando la historia de persecución y hablando en Hiroshima y Nagasaki.

•Francisco visitó en 2019, con un fuerte mensaje contra las armas nucleares.

Estas visitas han servido para visibilizar a la comunidad católica japonesa y reforzar los lazos diplomáticos entre Japón y el Vaticano.

El catolicismo japonés es una minoría resistente, con raíces históricas intensas, marcada por el sufrimiento y la fidelidad.

Aunque pequeño en número, tiene una presencia significativa en la educación, la sanidad y los derechos humanos.

La participación de Japón en eventos como la misa de entronización del Papa León XIV no solo representa un gesto político, sino también un reconocimiento a esta comunidad que ha mantenido viva su fe durante siglos.


En síntesis


El viaje de Taro Aso al Vaticano para representar a Japón en la misa de entronización del papa León XIV es más que un simple acto formal.

Es una expresión de la diversidad de Japón, de su voluntad de construir puentes más allá de las diferencias culturales y religiosas, y de su apuesta por una diplomacia que combina el respeto, la historia compartida y el entendimiento mutuo.



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