📍Tōkyō | 7 de mayo de 2025


En medio de los campos tranquilos que por siglos han alimentado al archipiélago japonés, una crisis profunda avanza sin hacer ruido, pero dejando una huella preocupante.

El año 2023 registró el mayor número de agricultores arroceros que cerraron o abandonaron sus actividades desde que existen datos oficiales.

Según un análisis publicado por Tokyo Shoko Research, el número de empresas agrícolas dedicadas al arroz que se declararon en quiebra o cesaron operaciones llegó a 89 el año pasado, superando ampliamente el promedio de años anteriores, que rondaba los 60 casos anuales desde 2019.

Es la cifra más alta desde que comenzó esta serie de estudios en 2013.


🧨 ¿Por qué están desapareciendo los agricultores del arroz?


Aunque pueda parecer contradictorio, el alza en los precios del arroz desde 2023, conocida popularmente como la “crisis del arroz de la era Reiwa” (令和のコメ騒動), no ha sido suficiente para salvar a quienes lo cultivan. De hecho, para muchos ha sido una señal más de un mercado cada vez más volátil e impredecible.

Los factores que explican esta crisis son múltiples y estructurales:

  • El encarecimiento de los costos de producción, como los fertilizantes, el combustible o la maquinaria, que impacta especialmente a los pequeños productores.

  • La escasez de mano de obra y la falta de relevo generacional, pues cada vez menos jóvenes están dispuestos a asumir la vida agrícola.

  • La inestabilidad del precio del arroz, que a pesar de haber subido, sigue sin ofrecer una rentabilidad sostenible ni confianza para invertir en el futuro.

Un agricultor de la prefectura de Niigata, ya retirado, contaba a la prensa local: “Vendimos arroz durante décadas. Pero cuando mis hijos me dijeron que no querían continuar, supe que era el fin. Aunque el precio suba, sin ayuda y sin gente joven, esto no se sostiene”.


📉 No es solo un problema agrícola, es social


El cierre de estas explotaciones no significa solamente que se pierde arroz local. Implica mucho más:

  • Desaparece una parte clave del paisaje y la cultura japonesa, sobre todo en zonas rurales donde el arroz es parte de la identidad comunitaria.

  • Se reduce la autosuficiencia alimentaria del país, abriendo la puerta a una mayor dependencia del arroz importado.

  • Se pierden empleos, incluidos los de trabajadores extranjeros, muchos de los cuales encuentran oportunidades laborales en el sector agrícola, especialmente en zonas con envejecimiento poblacional.


📢 ¿Qué dicen los expertos?


Tokyo Shoko Research advierte que si no se toman medidas concretas para estabilizar el mercado y apoyar a los pequeños productores, la tendencia de quiebras y abandonos continuará aumentando en los próximos años. La incertidumbre es un veneno silencioso que está desmantelando la producción arrocera tradicional.

Algunas voces reclaman:

  • Incentivos fiscales para agricultores jóvenes o migrantes rurales.

  • Políticas que estabilicen el precio del arroz.

  • Apoyo técnico y acceso a nuevas tecnologías para reducir costos de producción.


🧭 ¿Y qué significa esto para los extranjeros en Japón?


Para los residentes extranjeros, sobre todo aquellos que trabajan o viven en zonas agrícolas, esta situación puede traer menos oportunidades laborales en el campo y más presión económica en las regiones que ya de por sí sufren despoblación y envejecimiento.

Además, en un contexto donde el arroz comienza a encarecerse y escasear, podrían verse afectados también los precios de los alimentos básicos en supermercados y comedores, impactando directamente en el bolsillo de todos, japoneses y extranjeros por igual.


En síntesis:



La tierra que alimentó a Japón durante generaciones está dejando de sembrarse. Sin jóvenes que hereden el arado, sin políticas que protejan al agricultor, y con un mercado que castiga al pequeño productor, el arroz –símbolo de vida y cultura en Japón– podría convertirse en un lujo o un recuerdo, si no se actúa pronto.


 


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