Los turistas extranjeros y el desgaste invisible — los japoneses empiezan a sentir que han llegado al límite
📍Tōkyō | 13 de octubre
En los estrechos callejones de Gion, Kioto, aún flota la calma de la mañana.
Pero entre los muros de madera y las linternas, se asoma una figura con cámara en mano.
Incluso frente a un cartel que dice “Prohibido tomar fotografías”, algunos visitantes siguen apretando el obturador sin dudar.
A veces, el límite no es la cinta amarilla, sino la empatía. En Fushimi Inari Taisha, Kioto, la búsqueda de la “foto perfecta” cruza la delgada línea entre admirar y profanar.
Muchos japoneses sienten que su cultura se ha vuelto escenario, no experiencia.
Este tipo de conductas se han vuelto símbolo del creciente malestar de los japoneses ante el turismo masivo y la falta de respeto hacia espacios sagrados.
Escenas como esta ya no sorprenden
En los últimos años, los reportes de malos modales y comportamientos inadecuados de turistas extranjeros se han multiplicado: ingresar a propiedades privadas, fotografiar templos en exceso, hablar y comer en el tren.
De allí nació un nuevo término que resume el sentir social: “contaminación turística” (観光公害).
Las voces divididas de los residentes locales
Ciudades como Kioto y Kamakura han comenzado a endurecer sus ordenanzas locales, imponiendo multas o restricciones de acceso.
Pero los residentes viven con sentimientos encontrados.
“Me alegra que el turismo anime la ciudad, pero es doloroso ver cómo se destruye la vida diaria”, dice una mujer de 68 años nacida en Gion.
Las callejuelas donde solía jugar de niña se han convertido en escenarios para fotografías, y la tranquilidad que definía su barrio se desvanece.
El equilibrio frágil entre economía y cultura
El turismo es vital para la economía regional, pero su crecimiento descontrolado pone en riesgo el tejido cultural y el entorno de las comunidades locales.
Cada vez más japoneses murmuran con resignación: “Quizás ya hemos llegado al límite”.
⚖️ Marco legal japonés
- Ordenanza de prevención de molestias (迷惑防止条例): prohíbe actos de ruido, grabación no autorizada o perturbación en espacios públicos; puede implicar sanciones económicas.
- Ordenanza de preservación de zonas turísticas (観光地保全条例): protege paisajes culturales y permite delimitar áreas donde se prohíbe el acceso o la fotografía.
- Ley de faltas menores (軽犯罪法): castiga infracciones leves como la entrada ilegal a propiedad ajena o conductas que alteren el orden público.
Estos marcos legales representan el intento de Japón por mantener la convivencia entre visitantes y residentes, recordando que la cortesía es el puente más frágil —y más valioso— entre culturas.
Ha nacido una palabra que ya se escucha con frecuencia en los noticieros japoneses: “kankō kōgai” (観光公害), la contaminación turística.
Japón empieza a preguntarse cuánto más puede soportar.

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