Entre luces y bufandas, Japón celebra la Navidad sin religión, pero con alma
📍Tōkyō | 24 de diciembre
La noche del 24 de diciembre cae suavemente sobre Japón. No es una noche cualquiera. Las luces no solo iluminan las calles: abrigan. En los escaparates, en los balcones modestos, en las estaciones repletas de gente que vuelve a casa, el país entero parece bajar el ritmo y respirar distinto.
La Kurisumasu Ibu (クリスマス・イヴ), conocida simplemente como “Ibu”, no es —como muchos creen— solo la víspera de Navidad. En su sentido más profundo, ya es Navidad. En la tradición cristiana, el día comienza al caer el sol, y con ese primer anochecer del 24, el tiempo sagrado se abre. Es la noche en la que, simbólicamente, algo nace.
En Japón, sin embargo, la religión se disuelve y queda la emoción. La Navidad aquí no se reza: se siente. Es una fecha construida con gestos pequeños y universales: una pareja caminando de la mano bajo las iluminaciones, un niño apretando con fuerza un regalo envuelto con torpeza, una madre ajustando la bufanda antes de salir, un pastel esperando intacto sobre la mesa.
No hay campanas de iglesia en cada esquina, pero sí un silencio especial entre la multitud. Una pausa invisible. Como si el país, por una noche, aceptara mirar con más ternura al de al lado.
La Nochebuena japonesa no habla de dogmas. Habla de cercanía. De promesas no dichas. De ese deseo íntimo —casi infantil— de que el mundo, aunque sea por unas horas, sea un lugar más amable.
Y cuando el reloj se acerca a la medianoche, Japón no pide milagros grandiosos. Solo espera que la luz no se apague demasiado pronto.
🎄 La Nochebuena y la Navidad en Japón
En Japón, la Navidad no se vive como en muchos países de América Latina o Europa.
Aquí no es una fiesta religiosa, ni una gran reunión familiar.
Es algo más silencioso, más delicado.
🌙 La noche del 24 es lo más importante
Para los japoneses, la Nochebuena (24 de diciembre) es el momento central.
Es una noche especial para:
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No estar solo
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Compartir con alguien querido
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Caminar despacio bajo las luces
La gente sale a pasear, a cenar, a mirar las iluminaciones.
No hay ruido fuerte.
Hay una sensación de pausa, como si la ciudad respirara más lento.
❤️ Una Navidad pensada para la cercanía
En Japón, la Navidad se vive mucho en pareja.
Es común que las parejas:
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Se hagan un pequeño regalo
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Cenen juntos
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Pasen tiempo sin prisas
No se trata de gastar mucho, sino de sentirse acompañado, aunque sea por unas horas.
🍗 Pollo frito y pastel: pequeños rituales
Algo muy típico en Japón es:
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Comer pollo frito en Navidad
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Comprar un pastel con crema y fresas
Puede sonar extraño, pero para los japoneses estos alimentos representan celebración.
No es por religión, es por costumbre… y por cariño.
✨ Las luces lo dicen todo
Las iluminaciones de Navidad son muy importantes en Japón.
No solo decoran:
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Crean ambiente
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Invitan a caminar
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A mirar
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A sentir calma
Para muchas personas, mirar las luces es parte del consuelo de estas fechas.
🏠 El 25 de diciembre es un día normal
El 25:
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Se trabaja
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Hay clases
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La vida sigue
La Navidad ya pasó emocionalmente la noche anterior.
💫 En pocas palabras
En Japón, la Navidad no se grita.
No se reza.
No se impone.
Se cuida.
Es una fecha para:
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Pensar en alguien
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Agradecer la compañía
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Sentirse un poco menos solo
🎄 Una Navidad tranquila, silenciosa… y profundamente humana.
Anexo
“La Navidad llegaba en shinkansen: cuando un comercial enseñó a Japón a esperar con el corazón”
Hubo un tiempo en Japón en que la Navidad no se medía en notificaciones, sino en minutos de espera sobre un andén frío. En ese paisaje de luces de estación y vapor de invierno nació “Kurisumasu ekusupuresu” (Christmas Express), el mítico comercial de JR Tokai que terminó por convertirse en un latido colectivo de los años 80 y 90.
Acompañado por la voz inconfundible de Yamashita Tatsuro y su canción Kurismasu Ibu, el anuncio no vendía boletos: vendía reencuentros. Vendía ese instante suspendido en el tiempo cuando una persona corre por el andén y, al ver al otro, todo el cansancio del año desaparece.
Cuando el tren aprendió a sentir
Tras la disolución de la antigua empresa estatal Japanese National Railways, el ferrocarril japonés cargaba una imagen rígida, casi burocrática. Christmas Express rompió ese molde: humanizó al shinkansen, lo volvió cómplice de historias de amor a distancia, testigo silencioso de abrazos largamente postergados.
El público respondió con el corazón. JR Tokai no solo mejoró su imagen: pasó a ser una de las empresas más deseadas para trabajar. El tren dejó de ser infraestructura; se volvió promesa.
“Shinderera ekusupuresu”: la magia del último tren
El apodo “Cinderella Express” nació de una idea simple y poderosa: el último tren de la noche como carruaje moderno. Mujeres jóvenes viajando solas, relojes marcando la hora límite, estaciones convertidas en palacios efímeros.
La ficción contagió a la realidad. En diciembre, las estaciones se llenaban de parejas que se citaban “como en el comercial”, mientras los hoteles de Tokio colgaban el cartel de completo semanas antes. La publicidad había traspasado la pantalla.
Creatividad que miró lo cotidiano
Detrás de esa magia estuvieron Miura Takehiko y Hayakawa Kazuyoshi, creativos que entendieron algo esencial: no hacía falta exagerar, bastaba observar. Un andén, una maleta, un abrazo. Lo ordinario convertido en memoria colectiva.
Ese enfoque marcó un antes y un después en la publicidad japonesa.
Las heroínas del andén
Cada año, una nueva protagonista encarnaba la espera y la esperanza. Muchas de ellas se convertirían después en figuras reconocidas del cine y la televisión:
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Fukatsu Eri (1988)
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Makise Riho (1989)
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Takahashi Rina (1990)
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Mizobuchi Miho (1991)
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Yoshimoto Takami (1992)
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Hoshino Mari (2000)
En el CM del año 2000, Fukatsu y Makise regresaron, ya adultas, cerrando el círculo de una generación que había crecido esperando trenes… y personas.
Más que un comercial, una Navidad
Christmas Express convirtió “Kurismasu Ibu” en un himno navideño, impulsó el turismo interno, llenó hoteles y restaurantes, y fijó una imagen de la Navidad japonesa que aún hoy provoca nostalgia.
Reflexión final
Aquel comercial no solo aumentó ventas ni mejoró rankings corporativos. Se volvió símbolo de una época en la que encontrarse requería esfuerzo, tiempo y distancia.
Un tiempo en el que la Navidad comenzaba en un andén, cuando el tren llegaba… y alguien, por fin, estaba allí esperando.
El legado de Christmas Express sigue vivo y recuerda que la publicidad, cuando toca emociones reales, puede moldear costumbres, recuerdos y hasta la forma en que una sociedad vive sus fechas más íntimas.
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