La lección silenciosa del transporte público japonés
📍Tōkyō / 24 de diciembre
En plena hora punta, cuando miles de personas convergen en las estaciones de tren de Japón, una escena aparentemente simple deja perplejos a muchos visitantes extranjeros: nadie empuja, nadie invade el espacio ajeno. En las escaleras, una fila desciende ordenadamente por un lado mientras otra asciende por el opuesto, sin gritos, sin señales visibles y sin intervención policial.
Para quienes llegan de países donde el transporte público es sinónimo de caos, el momento resulta casi irreal. No es vigilancia, no es miedo a una multa: es hábito. Desde jóvenes estudiantes hasta oficinistas exhaustos, todos parecen compartir una coreografía silenciosa basada en respeto mutuo y previsibilidad. El civismo nipón no se proclama; se practica, incluso bajo presión y cansancio.
Este comportamiento, repetido a diario en estaciones abarrotadas de Tokio, Osaka o Yokohama, se convierte para muchos extranjeros en una lección involuntaria: el orden no siempre necesita castigo, a veces nace del consenso social.
⚖️ Marco legal y normativo
Aunque muchos creen que este orden está estrictamente regulado por ley, la realidad es más sutil:
- No existe una ley nacional que obligue explícitamente a “pararse a un lado” en las escaleras.
- El comportamiento se apoya en:
- Reglamentos internos de compañías ferroviarias (JR, metro, ferrocarriles privados).
- Normas de seguridad y prevención de accidentes.
- Campañas educativas y señalización discreta.
- En caso de obstrucción grave o peligro, sí puede aplicarse normativa de seguridad pública o interferencia del servicio ferroviario, especialmente si se provoca un accidente o retraso.
En resumen: no es tanto un mandato legal como una norma social profundamente interiorizada, reforzada desde la escuela y el entorno laboral.
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