Turismo, religión y cultura japonesa chocan en un museo: el caso del prayer room de Toyota
📍Aichi | 22 de octubre
El Museo Conmemorativo de la Tecnología de Toyota, ubicado en el distrito de Nishi (Nagoya), se ha convertido inesperadamente en el centro de una polémica en redes sociales tras conocerse que cuenta con una sala de oración (祈祷室, kitōshitsu) destinada principalmente a visitantes extranjeros, especialmente musulmanes.
El recinto, inaugurado en 1994 y gestionado por el grupo Toyota, exhibe la evolución de la industria textil y automotriz japonesa. En los últimos años, sin embargo, la institución ha impulsado políticas de “hospitalidad inclusiva” hacia el turismo internacional, instalando una sala de oración con indicación de la dirección a La Meca (キブラ) y un área para abluciones (ウドゥー), además de ofrecer menús halal en su cafetería.
La reacción en redes: entre el reconocimiento y la crítica
La información sobre este espacio, difundida recientemente en plataformas como X (antes Twitter) y Instagram, provocó una oleada de comentarios divididos.
Mientras muchos usuarios celebraron la iniciativa como una muestra de apertura cultural —“un paso hacia un turismo respetuoso con todas las religiones”, escribió una usuaria de Yakarta—, otros criticaron lo que consideraron una “preferencia religiosa impropia en un museo técnico”.
Algunos internautas japoneses expresaron su malestar al creer que el museo estaba “cediendo a presiones del turismo extranjero”, o incluso que “se estaba mezclando la religión con un espacio educativo”.
Otros, en cambio, defendieron el gesto de Toyota, destacando que más de 30.000 turistas musulmanes visitan Nagoya cada año y que la instalación no interfiere con el recorrido museístico ni con los visitantes locales.
El contexto institucional
El Museo de Tecnología de Toyota confirmó que la sala fue instalada hace varios años como parte de su programa de accesibilidad internacional y que no está reservada a una religión específica, sino que puede ser utilizada por cualquier visitante que desee un momento de recogimiento o meditación.
En declaraciones recogidas por medios locales, un portavoz señaló:
“Nuestro objetivo no es promover una fe determinada, sino ofrecer un entorno de respeto cultural para todos los visitantes, independientemente de su religión o nacionalidad.”
No obstante, el tema se volvió sensible en medio del creciente debate nacional sobre la “convivencia ordenada con extranjeros” (外国人との秩序ある共生社会), una política impulsada por el nuevo gobierno japonés que busca equilibrar la apertura internacional con las normas culturales del país.
Entre la inclusión y la identidad
El episodio refleja una tensión cada vez más visible en Japón: cómo conciliar la identidad cultural y religiosa japonesa con las necesidades del turismo global.
La instalación de salas de oración en aeropuertos, centros comerciales y museos se ha vuelto más frecuente, especialmente en Tokio, Osaka y Nagoya, donde se concentran los visitantes de países musulmanes del Sudeste Asiático.
Sin embargo, la polémica demuestra que la inclusión sin comunicación transparente puede generar confusión.
En este caso, la falta de información clara en el sitio web del museo o en la entrada habría alimentado interpretaciones erróneas sobre el uso del espacio.
Conclusión
La controversia sobre el “Kitōshitsu de Nagoya” no es un simple debate sobre religión, sino un espejo del Japón contemporáneo: un país que intenta abrirse al mundo sin perder su esencia.
El desafío para instituciones como Toyota será mantener el equilibrio entre hospitalidad internacional, respeto a la diversidad y claridad en la comunicación pública, para evitar que un gesto de inclusión se convierta, otra vez, en motivo de división.

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