Noche de copas, mañana de esposas: detenido en Fukuoka por no pagar la cuenta en un girls bar
📍Tokyo, 6 de octubre
En las primeras horas del lunes, la calma habitual del distrito de Nishinakasu, en el corazón de Fukuoka, se vio interrumpida por un episodio que combina irresponsabilidad, engaño y alcohol.
Un hombre de 37 años, quien se autodenomina “trabajador independiente”, ingresó solo a un girls bar —establecimiento nocturno donde los clientes beben y conversan con empleadas— y pidió cervezas, champagne y bocadillos por casi 70.000 yenes.
Hasta aquí, una noche normal en el circuito nocturno de Fukuoka. Pero el giro vino cuando el cliente comenzó a invitar bebidas a las trabajadoras y a otros clientes, aparentando una generosidad que pronto se revelaría falsa.
💸 Del brindis al fraude
A eso de las 2:30 a.m., cuando la música bajaba y las luces anunciaban el cierre, el hombre intentó salir sin pagar. El personal lo detuvo, descubriendo que solo tenía 20.000 yenes en efectivo y que su tarjeta de crédito había sido bloqueada por exceder el límite.
Sin poder contactar a familiares o amigos para cubrir la cuenta, fue arrestado en el acto bajo sospecha de fraude (詐欺罪 / sagizai). La policía determinó que desde el inicio no tenía intención de pagar, un elemento clave que transforma la falta de pago en un delito penal, no simplemente en una deuda civil.
⚖️ Marco legal
En Japón, este tipo de conducta se juzga bajo el Artículo 246 del Código Penal (刑法第246条), que castiga a quien “obtiene propiedad o servicios mediante engaño”.
- Pena posible: hasta 10 años de prisión.
- Si se demuestra que la persona actuó sin intención de pago desde el principio, el caso se considera 詐欺罪 (sagizai, fraude).
- Si, en cambio, hubo un intento real de pagar pero sin medios suficientes, puede tratarse solo de un incumplimiento civil, sin consecuencias penales.
En este caso, la policía determinó que el sospechoso ordenó con conocimiento de que no podría pagar, lo que justifica la detención en flagrancia.
🧍♂️ La excusa del acusado y la evaluación policial
Durante el interrogatorio, el hombre declaró que se unió a dos personas en el local y que estas se marcharon sin pagar, dejándolo en una situación imposible. Sin embargo, la investigación confirmó que los otros clientes sí abonaron sus propias cuentas, descartando la coartada.
El episodio no solo refleja un abuso de confianza hacia el personal del bar, sino también una falta de respeto hacia un entorno laboral donde muchas mujeres trabajan de noche bajo normas estrictas de seguridad y control de clientes.
🌃 Contexto social: las “cuentas fantasmas” del ocio nocturno
Casos como este se han vuelto más visibles en los distritos de ocio de Japón, especialmente tras la pandemia, cuando muchos bares reabrieron con sistemas de pago anticipado o estrictos controles de crédito. Sin embargo, algunos clientes aún intentan “hacer show” invitando bebidas para aparentar estatus, sin poder asumir los costos reales.
En barrios como Nakasu (Fukuoka), Kabukichō (Tokio) o Susukino (Sapporo), este tipo de fraude suele estar vigilado por la policía local, que trabaja en cooperación con los negocios para evitar nigetoku (逃げ得, “salir ganando al escapar”), un fenómeno que mina la confianza en el comercio nocturno.
🧩 Reflexión final
Más allá del monto o del espectáculo, este caso recuerda que en Japón el engaño premeditado en transacciones comerciales, incluso en el ocio, constituye un delito grave. En una sociedad donde la confianza y la reputación son pilares, romper esa línea puede tener consecuencias penales serias y duraderas.

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