El kimono, prenda japonesa con raíces compartidas
📍Tōkyō | 8 de noviembre
En las calles de Kioto, los turistas se detienen a fotografiar a mujeres con kimonos de seda que caminan lentamente entre templos y faroles de piedra. Para muchos, es la imagen más pura del Japón tradicional.
Sin embargo, en redes sociales, chinas en el extranjero promueven activamente la narrativa de que el kimono son originarios de su país.
Por ello surge una pregunta que divide a historiadores y curiosos: ¿el kimono nació realmente en Japón?
👘 Entre China y Japón: los primeros hilos
Los orígenes del kimono se remontan a más de mil años atrás, cuando Japón adoptó parte de la cultura de la dinastía Tang de China (siglos VII–VIII). En aquella época, la corte japonesa imitaba los trajes de seda con mangas largas y amplias. No obstante, en el periodo Heian (794-1185), los japoneses comenzaron a modificar esas prendas hasta crear un estilo propio: el kosode, antecesor directo del kimono.
El kosode era más simple y funcional, pensado para el clima y las costumbres japonesas. Se cosía con cortes rectos, lo que facilitaba su confección y lavado. Poco a poco, dejó de ser ropa interior para convertirse en la prenda principal de hombres y mujeres de la aristocracia.
🪡 El kimono como símbolo nacional
Durante el periodo Edo (1603-1868), el kimono se consolidó como la vestimenta cotidiana del pueblo japonés. Cada clase social tenía su propio estilo: los samuráis usaban telas sobrias, los comerciantes preferían estampados discretos para no ostentar ante el shogunato, y las cortesanas de Yoshiwara convirtieron el kimono en un espectáculo de arte y seducción.
Con la Restauración Meiji (1868), Japón se abrió a Occidente y el país comenzó a vestir trajes europeos. Aun así, el kimono sobrevivió en los rituales, bodas y festividades. Se volvió una prenda de identidad: un recordatorio de lo que significa ser japonés en tiempos de cambio.
🌏 Influencias, orgullo y apropiaciones
En los últimos años, debates culturales han surgido en Asia continental y en redes sociales: algunos nacionalistas chinos aseguran que el kimono deriva del hanfu, la vestimenta tradicional china. Expertos japoneses responden que, si bien hubo influencia, el kimono evolucionó y se consolidó en Japón como una creación propia.
La historia, más que un conflicto, revela una realidad compartida: las culturas asiáticas siempre se influenciaron mutuamente. El kimono no nació de una sola raíz, sino del intercambio entre civilizaciones. Lo japonés, en su esencia, también es fruto de adaptación y refinamiento.
🎎 El kimono hoy
En el Japón actual, vestir un kimono ya no es común, pero sigue cargado de significado. Se usa en las ceremonias del té, en las graduaciones, en los festivales de verano (matsuri) y en el Seijin no Hi, el día de la mayoría de edad. Las nuevas generaciones incluso lo reinterpretan: combinan kimonos antiguos con zapatillas o accesorios modernos.
La prenda que alguna vez simbolizó el orden social ahora representa diversidad y creatividad. En los talleres de Nishijin, en Kioto, artesanos continúan tiñendo y bordando sedas con las mismas técnicas que hace siglos, manteniendo viva la memoria de un país que aprendió a reinventarse sin perder su esencia.
🪷 Conclusión
Sí, el kimono es una prenda originaria de Japón, pero no surgió aislada. Es el resultado de siglos de intercambio cultural, de influencias extranjeras y de una reinterpretación nacional que lo transformó en símbolo de elegancia, disciplina y belleza.
El kimono no solo cubre el cuerpo: envuelve la historia de un pueblo que hizo del refinamiento su forma de resistencia cultural.

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