“China se aleja… y Japón aprende a mirar hacia adentro
📍Tōkyō | 30 de noviembre
Las luces de neón siguen encendidas en Tokio, Kioto y Osaka. Los hoteles abren sus puertas como cada mañana. Los trenes bala circulan puntuales. Pero algo ha cambiado: en el aire flota una ausencia invisible.
El gobierno chino ha instado a sus ciudadanos que eviten viajar a Japón. No es una prohibición formal, sino una advertencia. Una insinuación política que cruza mares y aterriza, silenciosa, en vestíbulos vacíos, tiendas sin multitudes y restaurantes donde ya no se oye mandarín en las mesas cercanas.
Durante años, gran parte del sector turístico japonés aprendió a esperar a China. A adaptarse a sus flujos, a sus calendarios, a su forma de consumir. El fenómeno del “bakugai” —las compras masivas de turistas chinos— transformó escaparates, logística y rutas comerciales. Se construyó una dependencia suave, cómoda… y frágil.
Hoy, esa fragilidad se revela. Pero también aparece una verdad incómoda: Japón no vive del turismo extranjero. En 2024, el mercado turístico japonés alcanzó los 34 billones de yenes, y el 76% lo sostuvo el viajero japonés. China representa cerca del 5% del total. Es significativo. Pero no definitivo.
La historia se repite: en 2017, cuando China y Corea del Sur chocaron por temas de defensa, el turismo chino hacia Corea cayó casi a la mitad. El país sobrevivió. Japón, hoy, mira ese espejo.
Y no mira solo a China, sino a sí mismo
Porque el verdadero problema no es cuántos turistas llegan, sino cuánto valor dejan. En diez años, Japón logró entrar al top 10 mundial en llegadas de turistas según la Organización Mundial del Turismo. Pasó del puesto 22 al 9. Pero el gasto real, en dólares, creció menos que los visitantes. Más cuerpos. No más valor.
Mientras tanto, el costo quedó dentro: alquileres inflados por la proliferación de alojamientos turísticos, taxis ilegales ofreciendo servicios irregulares, comunidades expulsadas lentamente de sus propios barrios. La hospitalidad japonesa comenzó a sentir cansancio.
Y cuando el turismo no se gestiona, deja de ser invitado y empieza a comportarse como invasión.
Japón no necesita más masas. Necesita mejor turismo
El momento no es para el pánico, sino para la cirugía profunda. Para abrir el mapa, diversificar hacia el Sudeste Asiático, Europa, América. Para cuidar al turista doméstico tanto como al extranjero. Para convertir al visitante ocasional en un visitante fiel.
Europa y Hawái ya aprendieron: tras la pandemia no buscaron volver al pasado, sino rediseñar su futuro turístico. Japón, hoy, tiene su propia oportunidad histórica.
No se trata solo de llenar hoteles.
Se trata de no vaciar ciudades de alma.
⚖️ MARCO LEGAL — EL DERECHO A VIAJAR Y EL PODER DE ADVERTIR
🇯🇵 Japón
No existe legislación japonesa que prohíba el ingreso de turistas chinos. Japón mantiene sus fronteras abiertas bajo su ley de inmigración y entrada de extranjeros, aplicando controles solo por razones sanitarias, de seguridad o visado.
El turismo extranjero es política de Estado y está coordinado por la Agencia de Turismo de Japón.
🇨🇳 China
El llamado a no viajar no es una orden legal vinculante, sino una directriz administrativa de facto:
tiene un efecto real porque la ciudadanía y las empresas turísticas lo obedecen por presión política y control de agencias de viaje y plataformas.
No hay derecho internacional violado directamente, pero se genera un impacto económico indirecto transfronterizo.
📌 Derecho internacional
Los turistas son civiles. No son herramientas diplomáticas.
Pero los Estados usan el turismo como arma blanda geopolítica: sin sanciones formales, sin comunicado de guerra, sin disparar una bala.

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