Popularidad intacta: el apoyo a Takaichi se mantiene en 75%


📍Tōkyō | 30 de noviembre


La política japonesa rara vez se mueve por emoción. Suele avanzar con la precisión de un tren bala, sin sobresaltos visibles. Pero hoy, Japón rompe su propio molde.

La encuesta nacional realizada por Nikkei Inc. y TV Tokio entre el 28 y el 30 lo confirma: el gabinete de Takaichi sostiene una aprobación del 75%, igual que en la medición de octubre.

En tiempos de gobiernos fugaces y desencanto global con la política, mantener ese nivel no es estabilidad: es una anomalía histórica.

Dos meses después de asumir, el gobierno de Takaichi no sólo no se ha desgastado: ha tejido una narrativa de confianza en una sociedad acostumbrada al escepticismo.

El rechazo queda en apenas 18%, un suelo bajo incluso para los estándares japoneses. No se trata de una luna de miel breve: es una continuidad firme.

 

El “por qué” importa más que el “cuánto”

Cuando se pregunta por las razones del respaldo, las respuestas no hablan de ideologías ni de promesas concretas. Hablan de sensación humana:

  • “Es una persona confiable” (37%)
  • “Tiene liderazgo” (34%)

No son cifras frías. Son emociones colectivas convertidas en estadística.

Jaguar en un terreno de rutinas, Takaichi destaca no por lo que promete, sino por cómo es percibida. En un país donde la imagen pública es un espejo riguroso, el veredicto popular es claro: la Primera Ministra encarna autoridad sin frialdad y firmeza sin estridencia.

No es casual que el principal motivo para no apoyarla sea estructural: “Porque es un gabinete centrado en el Partido Liberal Democrático” (35%). No es contra ella: es contra el sistema.

Una era que se siente distinta

Japón atraviesa un cruce de caminos: inflación importada, fragilidad del yen, presión demográfica, tensiones geopolíticas en Asia Oriental. En medio de todo eso, los ciudadanos parecen decir lo mismo, en voz baja pero firme:

“No necesitamos promesas perfectas. Necesitamos a alguien que no tiemble.”

Takaichi ha pasado de ser una figura polémica a convertirse en una presencia simbólica de orden. Para sus seguidores, no es sólo una gobernante: es una muralla emocional. Para sus críticos, una conservadora dura. Pero incluso ellos admiten algo que antes era impensable: no es débil.

Y en política, eso lo cambia todo.

Lo que viene

Mantener un apoyo del 75% más allá del arranque inicial no es común ni sostenible sin resultados. El verdadero desafío no es conservar la cifra: es convertir la confianza en legado.

Japón ya no pregunta si cree en su Primera Ministra. Ahora quiere saber si ella estará a la altura del mito que empieza a construirse sobre su nombre.

 



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