Pasaporte chino, funda taiwanesa: el gesto que para muchos cruza una línea moral
📍Tōkyō | 5 de diciembre
En tiempos de tensión diplomática, los gestos cotidianos pueden transformarse en actos políticos involuntarios. Esta semana, un simple accesorio turístico —una funda para pasaporte— encendió un debate regional sobre identidad, miedo y percepción social.
El diario taiwanés Liberty Times (自由時報) reveló que un ciudadano chino publicó en redes sociales cómo viajó por Japón cubriendo su pasaporte con una funda idéntica al diseño del pasaporte taiwanés.
Su objetivo, según confesó, era “viajar sin problemas” en una atmósfera donde siente una creciente hostilidad hacia visitantes provenientes de China.
La publicación se viralizó de inmediato, especialmente entre residentes taiwaneses en Japón, quienes reaccionaron con indignación ante lo que consideran una apropiación simbólica de una identidad profundamente política.
Un gesto mínimo en un clima cargado
El detonante es político. Las declaraciones recientes de la primera ministra japonesa, Takaichi Sanae, sobre “la seguridad de Taiwán”, fueron recibidas por Pekín como una intromisión inaceptable.
Desde entonces, el termómetro diplomático entre Tokio y Beijing volvió a subir. En aeropuertos, estaciones de tren y redes sociales, esa temperatura se filtra en miradas, sospechas y silencios incómodos.
Para algunos turistas chinos, Japón ya no es solamente un destino: se ha convertido en un escenario donde sienten que deben camuflar su origen para evitar fricciones.
Y así, una funda de plástico verde se transformó en un mecanismo emocional de protección.
El “disfraz nacional” que se compra por internet
Según la investigación de Liberty Times, el usuario chino adquirió la funda en Taobao, uno de los mayores mercados digitales de China, donde también circulan modelos que imitan pasaportes japoneses y otros diseños “de apariencia segura”.
El turista no solo mostró la funda, sino que compartió enlaces de compra y recomendaciones para quienes, como él, quieran “evitar problemas” con inmigración o con la interacción cotidiana en Japón.
Lejos de generar empatía, las críticas no tardaron en llegar.
Reacción taiwanesa: “Nuestra identidad no es un accesorio”
El estallido mediático ocurrió cuando un taiwanés residente en Japón replicó el caso en Threads. Decenas de comentarios taiwaneses se sumaron en cuestión de horas:
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“No se disfracen de nosotros”.
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“Esto no es creatividad, es falsificación moral”.
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“¿Taobao ahora también vende identidades falsas?”.
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“Esto es una humillación para ellos mismos”.
Para muchos, la maniobra no solo es inapropiada: es ofensiva. La identidad taiwanesa —dicen— no es un diseño estético, sino una historia marcada por disputas diplomáticas, reivindicación democrática y heridas que aún no cierran.
Funcionarios migratorios consultados por usuarios taiwaneses también recordaron que es imposible confundir legalmente un pasaporte chino con uno taiwanés, por lo que la funda “no engaña a nadie”, salvo al propio portador.
Corea del Sur: el espejo invertido
El fenómeno no se limita a Japón. El mismo medio taiwanés reportó que en Corea del Sur está ocurriendo un movimiento opuesto: visitantes taiwaneses comenzaron a usar chapas que dicen “Soy taiwanés” para evitar ser confundidos con turistas chinos en un contexto de creciente sentimiento antichino en Seúl.
La reacción surcoreana, sin embargo, fue distinta. En redes sociales aparecieron disculpas y mensajes de empatía:
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“El odio no representa a la mayoría”.
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“Lo que está ocurriendo lo provocan minorías extremas, no el país entero”.
El contraste entre ambos episodios refleja cómo la identidad asiática fluctúa entre el orgullo, el miedo y la necesidad de diferenciarse para ser tratado con justicia.
Identidad bajo sospecha
Entre fundas de plástico, chapas metálicas y pasaportes oficiales, emerge una verdad incómoda: en el Asia oriental contemporáneo, la identidad ya no es solo un documento, sino un equipaje emocional, político y social.
Mientras algunos turistas buscan “viajar más cómodos”, terminan exponiendo una herida mayor: la desconfianza mutua entre pueblos que discuten no solo por historia o diplomacia, sino por el derecho a existir bajo su propio nombre.
Porque cuando la geopolítica se cuela en la vida diaria, hasta un objeto trivial —una funda de pasaporte— puede convertirse en la línea invisible donde turismo, política y miedo se encuentran.
⚖️ Marco legal
Japón regula estrictamente la posesión, modificación y uso de pasaportes, tanto propios como ajenos. Aunque usar una funda decorativa no es delito, intentar inducir a error a autoridades migratorias sí puede constituir infracción o criminen según las circunstancias.
1. Ley de Pasaportes (旅券法 – Ryoken-hō)
Artículo 13 — Prohibición de alteración o presentación engañosa
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Prohíbe alterar, disimular o modificar un pasaporte de forma que pueda inducir a error a una autoridad oficial.
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Aunque una funda externa no modifica el pasaporte, si se usa deliberadamente para sugerir una nacionalidad distinta, las autoridades pueden considerarlo un acto de engaño intencional (詐称 – sashō).
Artículo 18 — Uso indebido del pasaporte
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Penaliza usar un pasaporte propio de manera engañosa o presentar información falsa en el control migratorio.
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La sanción puede incluir multas y/o prohibición temporal de entrada al país.
2. Ley de Control de Inmigración (入管法 – Nyūkanhō)
Artículo 70 — Falsedad o engaño en el procedimiento de entrada
Sanciona con:
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Hasta 3 años de prisión o
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Hasta 3 millones de yenes de multa,
a quienes intenten engañar al personal de inmigración mediante: -
Identidad falsa
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Nacionalidad falsa
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Documentos engañosos
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Ocultamiento de información relevante
¿Aplicaría aquí?
El uso de una funda no es en sí delito, pero si el viajero la utiliza para inducir al oficial a creer que es ciudadano taiwanés, podría interpretarse como tentativa de engaño dependiendo de la conducta observada en el control.
3. Principio práctico: Inmigración siempre revisa el documento real
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La funda no tiene valor legal.
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El pasaporte debe retirarse de la funda al ser presentado.
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El oficial evalúa documento, chip IC, foto, historial y visado.
Por tanto, aunque no es delito comprar o usar fundas, sí existen límites legales cuando el uso forma parte de un intento deliberado de suplantación simbólica.

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