Tarde, pero majestuosa: la primera nevada del Fuji anuncia el fin del otoño
📍Tōkyō | 23 de octubre
En la fría mañana del jueves, los ojos de todo Japón se dirigieron hacia el monte Fuji. Desde Yamanashi, Shizuoka y Kanagawa se pudo apreciar la cumbre nevada brillando bajo un cielo despejado: era la confirmación oficial de la primera nevada del Fuji, un evento que cada año marca el inicio simbólico del invierno en el archipiélago.
El Observatorio de Kōfu (甲府地方気象台) declaró el fenómeno a las 7:59 a.m., tras confirmar que la nieve persistía en la cima a una temperatura de −4.0 °C. Aunque la fecha promedio para este anuncio es el 2 de octubre, este año se retrasó 21 días, posicionándose entre las observaciones más tardías desde que existen registros.
Aun así, fue 15 días más temprana que la del año pasado (2024), cuando el Fuji no se vistió de blanco hasta el 7 de noviembre, el registro más tardío en 130 años de historia.
❄️ La calma tras la lluvia fría
El día anterior, el 22, una masa de aire frío descendió sobre el centro y el este de Japón. En las llanuras, la lluvia empapó calles y paraguas; pero en lo alto, a 3,776 metros de altitud, las gotas se transformaron en copos.
Así, mientras Tokio se cubría de un gris melancólico, el Fuji comenzaba a recibir el primer beso del invierno.
🗾 Un símbolo nacional bajo nueva luz
Para muchos japoneses, la “初冠雪” del Fuji no es solo un dato meteorológico, sino un ritual estacional. Es el momento en que las redes sociales se llenan de fotos desde diferentes prefecturas, donde el volcán aparece sereno, reflejado en ríos o lagos, como si saludara al cambio de estación.
Este año, el contraste entre los tonos otoñales de los bosques y la nieve blanca crea una escena poética: el otoño se despide, el invierno se asoma.
🌬️ Reflexión final
El retorno de la nieve al Fuji nos recuerda el equilibrio cíclico de la naturaleza japonesa: incluso cuando el calor persiste en las ciudades, la montaña sagrada marca el paso invisible del tiempo.
Su silueta blanca, visible desde Tokio en los días despejados, es una promesa silenciosa de invierno… y de belleza efímera.

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