“El precio de una palabra: cuando ‘extranjero’ se convierte en frontera”
📍Tōkyō | 8 de noviembre
En una plaza de la capital japonesa iluminada por las luces del atardecer, una joven —miembro de un grupo activista de izquierda— levanta un micrófono.
A su alrededor, un pequeño público escucha en silencio. Con voz firme pronuncia:
Hanzai o okashita warui gaikoku hito o oidase’「犯罪を犯した悪い外国人を追い出せ」“Expulsar a los extranjeros malos que cometen delitos”
Hace una pausa. Luego continúa:
To iu koto mo sabetsudesu「ということも差別です」“Eso también es discriminación.”
Las palabras flotan entre el frío y el murmullo del tráfico. Algunos asienten, otros se miran incómodos. Su discurso no defiende el delito, sino la humanidad. “Dividir a las personas entre buenos y malos extranjeros es ya un acto de exclusión —dice—, porque lo que cambia el trato no son los hechos, sino la nacionalidad.”
🟠 Voces y sentimientos
Su intervención se viraliza en redes. Para algunos, representa el “sentido común perdido de Japón”. Para otros, una necesaria defensa de los derechos humanos en un país donde la población extranjera ya supera los 3,2 millones.
Ella misma —militante del Partido Comunista Japonés (Nihonkyōsantō, 日本共産党)— argumenta su postura:
“El problema no es el control migratorio, sino el discurso que criminaliza la diferencia. Mientras la palabra ‘extranjero’ siga siendo sinónimo de sospechoso, la convivencia será una ilusión.”
En la manifestación hay madres filipinas con hijos nacidos en Japón, estudiantes vietnamitas, trabajadores brasileños, e incluso jubilados japoneses que portan pancartas con la frase “Sabetsu ni NO「差別にNO」 “ (“No a la discriminación”).
La atmósfera es de empatía y dignidad silenciosa, no de protesta estridente.
🔵 Marco político y la nueva directriz migratoria
El mensaje de la activista ocurre en un momento clave: el gobierno de Takaichi Sanae, primera ministra conservadora, ha lanzado una política denominada Chitsujo aru kyōsei shakai 「秩序ある共生社会」 (“sociedad de convivencia ordenada”).
La estrategia busca equilibrar la necesidad de mano de obra extranjera con el “mantenimiento del orden social”, y propone:
- Reforzar el control de antecedentes penales para los residentes.
- Restringir la compra de tierras y propiedades a extranjeros en zonas “estratégicas”.
- Facilitar la deportación de quienes violen normas migratorias.
- Exigir a las empresas mayor “responsabilidad” en la conducta de sus empleados extranjeros.
En su propio discurso, Takaichi declaró:
“Muchos japoneses sienten incomodidad por los incidentes protagonizados por extranjeros. No se trata de rechazo, sino de preservar la armonía.”
Sin embargo, críticos de izquierda —incluyendo al Partido Comunista y organizaciones de derechos humanos— denuncian que esta narrativa refuerza la asociación entre ‘extranjero’ y ‘riesgo’, desplazando la conversación de la integración a la vigilancia.
🟢 Marco legal vigente
⚖️ Constitución de Japón — Artículo 14
“Todos son iguales ante la ley y no serán discriminados raza, credo, sexo, condición social u origen familiar.”
→ Aunque el artículo se refiere a “ciudadanos”, la interpretación moderna y los tratados internacionales amplían su alcance a residentes extranjeros.
🧾 Ley de Prevención de Discursos de Odio (ヘイトスピーチ解消法, 2016)
- Prohíbe expresiones públicas que inciten al odio contra grupos nacionales o étnicos.
- Sin embargo, carece de sanciones penales efectivas; solo promueve orientación administrativa y concienciación local.
🌏 Convención Internacional sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación Racial (ratificada por Japón en 1995)
- Obliga al Estado japonés a evitar toda forma de trato diferenciado por origen o nacionalidad, incluso si proviene del discurso político o mediático.
🧩 Interpretación actual
Clasificar a las personas como “buenos” o “malos” en función de su origen extranjero vulnera el principio de igualdad ante la ley, pues traslada la culpa individual a un colectivo étnico o nacional.
En ese sentido, declaraciones que generalizan a los “extranjeros delincuentes” son, jurídicamente, discriminación indirecta.
🔴 Testimonio humano
Una madre peruana, residente en Saitama, cuenta:
“Mi hijo nació aquí. Cuando escucha la palabra ‘gaikokujin’, pregunta si él también tiene que irse algún día.”
Esa pregunta resume la fractura invisible que crece en los patios de las escuelas y los barrios obreros.
No se trata solo de leyes, sino de miradas.
⚫ Reflexión final
Japón se enfrenta al espejo de su modernidad. Entre la necesidad económica y el temor cultural, el país debe decidir si la convivencia se basará en la vigilancia o en la confianza.

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