TOKIO.- El Instituto Nacional de Enfermedades Infecciosas reportó un alarmante incremento de los casos de baidoku – 梅毒 (sífilis) en el archipiélago nipón.

Según se han informado un total de 10.766 casos hasta el 2 de octubre. Este incremento ha sido particularmente notable en Tokio, con 2.759 casos, seguido de Osaka con 1.392 y Fukuoka con 640.

Este es el tercer año consecutivo en el que el número de casos supera los 10.000, lo que sugiere una tendencia preocupante.

La sífilis es una enfermedad de notificación obligatoria en Japón desde 1948, lo que significa que las autoridades de salud están legalmente obligadas a registrar cada caso que se detecte.

 

Contexto

Entre 2000 y 2012, el número de casos notificados anualmente oscilaba entre 500 y 900, pero a partir de 2013 se observó un aumento constante.

Este repunte ha sido atribuido a varios factores, entre ellos el aumento de la actividad sexual casual y la disminución en el uso de preservativos, lo que ha facilitado la propagación de la enfermedad.

En 2013 se notificaron 1.228 casos, pero esta cifra ha ido en aumento con los años: 1.661 en 2014, 2.690 en 2015, 4.575 en 2016, y 7.983 en 2021.

En 2022 se notificaron 13.228 casos, y el año pasado se informó de 14.906 casos, la cifra más alta desde 1999.

 

Embarazadas

Este aumento constante ha generado preocupación, ya que la sífilis no solo afecta a la población general, sino también a mujeres embarazadas, lo que eleva el riesgo de sífilis congénita, una condición grave que puede transmitirse al bebé durante el embarazo o el parto.

En 2022, se reportaron 20 casos de sífilis congénita, mientras que en 2023 hubo seis casos hasta abril.

En lo que va de 2024, Japón sigue observando un nivel elevado de casos, manteniendo una tendencia que se ha consolidado desde hace más de una década.

Este incremento de casos refleja no solo un cambio en los comportamientos sexuales y las prácticas de protección, sino también una posible necesidad de reforzar las campañas de educación sexual y prevención de enfermedades de transmisión sexual (ETS).

 

 

¿Qué es?

La sífilis es una infección de transmisión sexual (ITS) provocada por la bacteria Treponema pallidum, y su principal vía de contagio es el contacto sexual directo. También puede transmitirse de madre a hijo durante el embarazo, lo que da lugar a la sífilis congénita, una forma grave que puede afectar al recién nacido.

Etapas de la sífilis:

  1. Sífilis primaria: En esta fase inicial, aparece una llaga indolora conocida como chancro en el sitio de la infección (genitales, boca o recto). Suele manifestarse entre 3 semanas y 3 meses después de la exposición. Esta úlcera desaparece sin tratamiento, pero la infección persiste.
  2. Sífilis secundaria: Si la sífilis no se trata, avanza a esta etapa, donde se presentan erupciones cutáneas (particularmente en palmas y plantas), fiebre, ganglios inflamados, dolor de garganta, pérdida de peso y fatiga. Estos síntomas pueden confundirse con otras enfermedades, lo que complica su diagnóstico.
  3. Sífilis latente: En esta fase, la bacteria queda «dormida» en el cuerpo, sin causar síntomas evidentes. Esta etapa puede durar años. Aunque la persona no presenta signos externos de la infección, sigue siendo portadora y puede tener complicaciones más adelante si no recibe tratamiento.
  4. Sífilis terciaria: Es la fase más grave, que puede surgir años después de la infección inicial. En esta etapa, la bacteria puede dañar órganos vitales como el corazón, el cerebro y los nervios, lo que puede llevar a ceguera, demencia e incluso la muerte.

Diagnóstico y tratamiento:

El diagnóstico de la sífilis se realiza principalmente mediante análisis de sangre, y en la etapa primaria se puede detectar examinando el chancro. El tratamiento más efectivo es con antibióticos, principalmente la penicilina. Es esencial tratarla lo antes posible para evitar las complicaciones serias que pueden desarrollarse en las fases más avanzadas.

Prevención:

Para prevenir la sífilis, es fundamental usar preservativos de manera adecuada, hacerse pruebas regulares si existe riesgo o exposición, y promover la educación sexual para reducir la incidencia de la infección. La prevención es clave, ya que una detección temprana facilita su tratamiento y previene consecuencias a largo plazo.

 

EL DATO

Las autoridades de salud han subrayado la importancia de realizar pruebas regulares y de mantener el uso de métodos de protección, como el preservativo.

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