📍Washington | 3 de mayo de 2025
Donald Trump, presidente de Estados Unidos y figura polarizadora a nivel mundial, ha vuelto a protagonizar una fuerte polémica.

Esta vez tras publicar en sus redes sociales una imagen digital manipulada en la que aparece caracterizado como si fuera el Papa.
En la imagen, también compartida en la cuenta oficial de la Casa Blanca, se le ve vestido con sotana blanca y el solideo papal, como si él mismo fuera el máximo líder espiritual de la Iglesia Católica.
El gesto ha generado críticas generalizadas, especialmente en círculos religiosos y entre sectores moderados, que acusan al exmandatario de burlarse de una figura sagrada poco después del fallecimiento del Papa Francisco el pasado 21 de abril.
Un comentario que parecía una broma, seguido de una imagen que divide
Este episodio no es aislado. El pasado 29 de abril, durante una conversación informal con periodistas en la Casa Blanca, Trump fue preguntado sobre quién debería ser el próximo Papa.
Entre risas y sin perder su tono provocador, respondió:
“Yo mismo debería serlo”.
Aunque muchos lo interpretaron como una broma, la publicación de la imagen días después confirma que Trump buscaba capitalizar el momento con un golpe visual y simbólico, como ha hecho en el pasado en campañas o situaciones tensas.
El trasfondo: Trump y su relación con el Papa Francisco
La relación entre Trump y el Papa Francisco estuvo marcada por críticas mutuas y desconfianza desde el inicio.
Francisco se mostró crítico con las políticas migratorias del expresidente, especialmente con la separación de familias y la construcción del muro en la frontera con México.
En 2016, el Papa llegó a decir que “quien solo piensa en construir muros y no en tender puentes, no es cristiano”, en una clara alusión a Trump. Este respondió tachándolo de “vergonzoso”. Desde entonces, la tensión entre ambos fue evidente.
La publicación de esta imagen tras la muerte de Francisco puede ser leída como una provocación directa o incluso una forma de venganza simbólica contra un líder que lo enfrentó en uno de los temas más sensibles: los valores humanos y cristianos.
¿Cuál es el impacto de esta publicación?
Este tipo de acciones son características del estilo de Trump, que utiliza el lenguaje visual, los símbolos religiosos y el humor sarcástico para mantener presencia mediática y dividir a la opinión pública.
Sin embargo, esta vez la imagen ha tocado una fibra más profunda: la fe de millones de católicos en todo el mundo.
Expertos en comunicación política advierten que manipular símbolos sagrados o apropiarse de roles religiosos puede tener efectos contraproducentes, incluso entre votantes conservadores que se identifican con el catolicismo.
En redes sociales, ya circulan mensajes de rechazo de fieles, sacerdotes y creyentes que consideran la imagen como una “ofensa gratuita” y una muestra más de la falta de respeto del presidente por instituciones tradicionales.
¿Y el Vaticano? ¿Responderá?
Hasta el momento, no ha habido una declaración oficial del Vaticano, que históricamente ha evitado responder directamente a provocaciones políticas.
Sin embargo, analistas esperan que alguna autoridad eclesiástica o la Conferencia Episcopal de Estados Unidos se pronuncie si la indignación crece.
Un patrón conocido: Trump y la apropiación de símbolos religiosos
Este no es el primer caso en que Donald Trump utiliza símbolos religiosos para fines políticos.
En 2020, durante las protestas por el asesinato de George Floyd, posó frente a una iglesia con una Biblia en la mano, lo que fue duramente criticado incluso por líderes religiosos.
Este tipo de gestos le han servido para reforzar su imagen entre ciertos sectores evangélicos, pero también le han costado el apoyo de otros.
En síntesis
En un mundo hiperconectado, donde las imágenes tienen tanto poder como las palabras, la decisión de Trump de presentarse como el Papa —aunque en tono aparentemente humorístico— traza una nueva línea en el uso político de la religión y la provocación simbólica.
En plena etapa de reconfiguración de liderazgos espirituales tras la muerte de Francisco, su gesto podría marcar un nuevo capítulo en la relación entre política, fe y redes sociales.

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