Libertad religiosa bajo presión: crece el rechazo al hiyab en medio de protestas nacionalistas
📍Tōkyō | 30 de octubre
Las recientes manifestaciones contra extranjeros generan temor entre comunidades musulmanas, mientras el debate sobre la convivencia cultural se intensifica en redes sociales.
🧭 Hechos y contexto
En un breve video difundido en redes sociales, una mujer indonesia residente en Japón confiesa que teme salir a la calle usando su hiyab (pañuelo islámico) por miedo a ser agredida. El clip, subtitulado en indonesio con la frase “berusaha muncul day 9 — demo anti orang asing” (“Intentando salir, día 9 — protestas contra los extranjeros”), se volvió viral en pocas horas.
El video surge en medio de manifestaciones en varias ciudades japonesas donde grupos nacionalistas han protestado contra la presencia de inmigrantes, bajo consignas de “defensa cultural” y “protección de las costumbres japonesas”. En algunos casos, se han registrado incidentes de hostigamiento verbal hacia mujeres que usan vestimenta tradicional islámica.
En las redes japonesas, el video provocó una fuerte polarización: mientras algunos usuarios expresan solidaridad con la mujer y piden respeto por la diversidad, otros sostienen que “cada país tiene sus propias costumbres” y que el uso del velo “no encaja con la cultura japonesa”.
⚖️ Marco legal y social
Japón no prohíbe el uso del hiyab ni otras prendas religiosas, y la Constitución garantiza la libertad de religión y expresión (Artículo 20). Sin embargo, no existe una ley específica que penalice los discursos o actos de odio religioso, lo que deja espacio a interpretaciones amplias.
Desde 2016, el gobierno introdujo una ley contra el discurso de odio (ヘイトスピーチ解消法), aunque sin sanciones concretas. Organizaciones civiles han señalado que su falta de fuerza legal permite que continúe la discriminación hacia minorías étnicas y religiosas, incluidas las comunidades indonesias, filipinas y vietnamitas.
🪞 Análisis
El caso revela la tensión entre la creciente diversidad migrante y la percepción de homogeneidad cultural en Japón.
Con más de 3 millones de residentes extranjeros, el país enfrenta un desafío: adaptar su tejido social a nuevas expresiones religiosas y culturales sin que ello sea percibido como una amenaza.
El miedo expresado por esta mujer refleja no solo un sentimiento personal, sino una alarma sobre el clima de intolerancia que podría extenderse si no se promueven campañas efectivas de sensibilización intercultural.

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