Peruano armado y en permanencia irregular vinculado a robo violento con graves lesiones


📍 Tōkyō | 6 de octubre


Hay noches en las que un parque debería ser simplemente eso: un lugar de descanso, un espacio donde el silencio acompaña a quienes vuelven a casa. Pero el 1 de noviembre, en el pequeño Akenobo Jidō Yūenchi, ese silencio se rompió de golpe.

Una mujer de 50 años, vecina del barrio, cruzaba el parque como tantas otras veces cuando un hombre se acercó entre sombras. “Dame el dinero”, le gritó. En cuestión de segundos, el espacio infantil se convirtió en un escenario de terror: un forcejeo, un bolso que se desprende, un cuerpo que cae, un dolor que atravesó costillas y rostro.

Las heridas tardarán semanas en sanar; el miedo, quizá mucho más.

 


Varios delitos


El 4 de diciembre, la policía de Kōsai anunció la detención de un hombre de nacionalidad peruana, 43 años, sin domicilio fijo. Un nombre que no se publica —como ocurre a menudo en Japón en las primeras etapas del proceso penal—, pero que ya ocupa lugar en los informes policiales, en los interrogatorios, en la memoria fracturada de una víctima.

El hombre, que se describió a sí mismo como “trabajador de demolición”, vivía dentro de un coche. Fue allí, en ese habitáculo que hacía de refugio improvisado, donde los agentes encontraron un cuchillo de 18 centímetros durante un control rutinario. La primera detención llegó por violación de la Ley de Armas; la segunda, por permanencia irregular en el país.

Nada de eso anticipaba, al menos de manera directa, que en su equipaje apareciera ropa que coincidía con la del agresor del parque. Para los investigadores, esa coincidencia fue el hilo que conectó dos historias que antes parecían ajenas.

Tomé el bolso, pero no causé las heridas”, ha dicho el sospechoso. Una verdad a medias o una defensa desesperada; solo la investigación podrá aclararlo. Mientras tanto, el parque sigue ahí, frío al anochecer, quizá un poco más sombrío que antes.

Y la mujer… ella sigue viva, pero su rutina ya no es la misma. Donde antes había un atajo, ahora hay un temor. Donde había un parque, ahora hay un recuerdo que no pidió tener.

 


⚖️ Marco legal


En Japón, no se difunde el nombre de un detenido en fases tempranas de la investigación por razones tanto jurídicas como éticas:

  • proteger la presunción de inocencia;
  • evitar daños irreversibles si la acusación cambia o no prospera;
  • minimizar estigmatización hacia extranjeros o grupos vulnerables;
  • asegurar una comunicación responsable mientras la fiscalía evalúa si presentará cargos formales (起訴).

 

Los delitos imputados sitúan el caso en un terreno especialmente grave:

• Robo con lesiones graves (強盗致傷)

Previsto en el Art. 240 del Código Penal.

➡️ 6 años de prisión a cadena perpetua.

 

 Violación de la Ley de Control de Armas (銃刀法違反)

Poseer un cuchillo sin justificación excediendo los límites permitidos es delito.

 

Permanencia irregular (不法残留)

Puede implicar detención, deportación y prohibición de reingreso.

El cruce de estos elementos —violencia, vulnerabilidad social, irregularidad migratoria— deja al descubierto una realidad dura: personas que caen, en distintos sentidos, cuando las redes de apoyo no llegan a tiempo.

 




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