Japón pierde el equivalente a una ciudad mediana cada año
📍Tōkyō | 23 de noviembre
La tendencia demográfica de Japón volvió a encender las alarmas. Según los datos de población vital publicados por el Ministerio de Salud, Trabajo y Bienestar, el país registró entre enero y septiembre 52,5064 nacimientos, una caída del 2.8% respecto al año anterior y la cifra más baja desde que existen registros comparables en 2005.
La reducción confirma que la crisis de natalidad no muestra señales de freno, y todo apunta a que el total anual volverá a marcar un mínimo histórico.
La contracara de esta caída es el ligero incremento de matrimonios: 367,716 parejas, un 0.4% más que en el mismo periodo de 2024.
El impulso vino principalmente de julio, cuando se registró un aumento extraordinario del 22.5%, motivado —según demógrafos— por la particular coincidencia del 「令和7年7月7日」 (“7 de julio de 2025 / Era Reiwa, año 7), una fecha considerada auspiciosa y simbólicamente afortunada para casarse.
Aunque el fenómeno del “triple siete” aportó un respiro estadístico, no se traduce necesariamente en más nacimientos, sobre todo porque la maternidad en Japón está tendiendo a edades más tardías y a formatos familiares más pequeños.
En paralelo, los fallecimientos aumentaron levemente: 1,199,567 muertes, un 0.1% más que el año anterior.
La diferencia entre nacimientos y muertes —el llamado crecimiento natural— es profundamente negativa: –674,503 personas, ampliándose en más de 15,700 respecto al mismo periodo del año pasado.
Es la expresión más nítida del declive demográfico acelerado, impulsado por la baja natalidad, el envejecimiento extremo y la insuficiente fuerza laboral joven.
El panorama social es complejo:
- Las políticas de apoyo a la crianza, subsidios y gratuidad del parto aún no logran revertir la tendencia.
- Las prefecturas rurales son las más afectadas, perdiendo población a un ritmo crítico.
- Las grandes ciudades, aunque estables, también experimentan una caída gradual en nacimientos.
Demógrafos consultados por medios japoneses señalan que 2025 podría consolidarse como el año con el menor número de nacimientos desde que existen registros, mientras Japón enfrenta el mayor desafío estructural de su era moderna: cómo sostener su economía, su sistema de salud y su equilibrio social en un país que cada año pierde el equivalente a una ciudad entera.
😳 Preocupante futuro
Según los datos del United Nations Population Division, Japón registra una caída del 80% en los nacimientos entre 1950 y 2024, situándose entre los países con declive más pronunciado del planeta.
La gravedad del problema es doble:
1. Una sociedad que envejece a velocidad récord
Hoy, uno de cada tres habitantes tiene más de 65 años. Japón es oficialmente el país más envejecido del mundo. En algunas prefecturas rurales —Akita, Kochi, Yamagata— el cierre de escuelas se ha vuelto rutina y ya existen pueblos enteros sin un solo niño en edad escolar.
2. Caída estructural y cultural, no coyuntural
No se trata solo de economía.
Demógrafos japoneses explican que el colapso de nacimientos está unido a:
- salarios estancados por 30 años
- urbanización extrema y jornadas laborales interminables
- inseguridad económica entre jóvenes
- costo prohibitivo de criar hijos
- matrimonios cada vez más tardíos o inexistentes
- soledad estructural que afecta a hombres y mujeres por igual
Los estudios del ministerio de Salud muestran que más del 40% de los jóvenes de 20–30 años no tiene intención clara de casarse, un giro cultural profundo que la política pública no ha logrado revertir.
3. Un sistema de pensiones y cuidados bajo presión
El “invierno demográfico” japonés genera una pirámide poblacional invertida que amenaza:
- financiación de pensiones
- sostenibilidad del seguro médico
- disponibilidad de mano de obra
- equilibrio fiscal nacional
El gobierno de Takaichi explora tres vías simultáneas: reformas laborales, transformación tecnológica (robots, IA) y apertura migratoria controlada.
Pero Japón continúa atrapado entre la necesidad de atraer trabajadores y un electorado cada vez más desconfiado del aumento de residentes extranjeros.
4. El país podría caer por debajo de 100 millones de habitantes antes de 2050
La proyección más severa del Instituto Nacional de Población y Seguridad Social estima que, sin cambios drásticos, Japón podría perder un tercio de su población en apenas 40 años.
🌍 Panorama mundial
Europa enfrenta un derrumbe demográfico histórico: la mayor caída de natalidad desde que existen registros comparables.
En apenas una década, Finlandia ha visto desplomarse sus nacimientos en un 33%; Polonia registra su nivel más bajo en dos siglos; Grecia marca la tasa más baja de todo el continente; y Reino Unido —Inglaterra, Escocia, Gales— junto con Suiza reportan cifras mínimas sin precedentes.
España, Italia, Austria y Alemania encadenan más de 35 años en “baja fertilidad persistente”, un umbral que los demógrafos asocian con envejecimiento acelerado, pérdida de fuerza laboral y riesgo real de contracción económica prolongada.
El fenómeno no es exclusivamente europeo: el colapso de natalidad es global y estructural. Datos del United Nations Population Division muestran que entre 1950 y 2024 los nacimientos han caído de manera drástica incluso en países que hace poco eran sinónimo de crecimiento explosivo: Corea del Sur lidera la reducción mundial con un desplome del 88%; China, Tailandia y Japón superan el 80%; mientras que economías emergentes como Irán, Brasil, Colombia, México y Turquía registran descensos superiores al 70%. Incluso países considerados de “alto reemplazo poblacional” como Egipto, Filipinas o Pakistán muestran caídas sostenidas.
Perú, como buena parte de América Latina, se sitúa en una disminución del 65% desde 1950, reflejando el rápido tránsito de la región hacia sociedades más urbanas, más educadas y con familias más pequeñas.
Los expertos advierten que este fenómeno mundial está empujando a varias naciones a su “punto de no retorno demográfico”: menos jóvenes para sostener la economía, más presión sobre los sistemas de salud y pensiones, y gobiernos obligados a repensar inmigración, trabajo, familia y tecnología de cuidado.
Europa, en particular, encara un siglo donde cada generación será más pequeña que la anterior. Una tendencia silenciosa, pero decisiva, que ya está reconfigurando el mapa económico, social y geopolítico del planeta.

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