No es turismo, es delito: invasión nocturna a un templo desata furia nacional
📍Tōkyō | 25 de septiembre
En una madrugada en Ōwani, Aomori, un grupo de streamers españoles se filmó ingresando sin permiso a un santuario sintoísta.
Entre risas y gritos de “¡vamos a colarnos! (忍び込むぞ) caminaron con zapatos sobre el tatami, revisaron el altar y hasta tocaron objetos rituales y ofrendas.
👉 En el video, se burlan del olor de los peces ofrecidos (“死臭がする”), se ríen de estatuas y de un altar con aspecto de caja fuerte, y gritan frases como “esto es muy viejo” y “vámonos antes de que pase algo malo”.
Estas imágenes se viralizaron en X/TikTok/YouTube, generando un aluvión de indignación.
🔥 Reacciones en redes
- Creyentes y vecinos: “¡El santuario no es parque temático, es un lugar sagrado!”.
- Ciudadanos comunes: “Por unos irresponsables se mancha la imagen de todos los turistas”.
- Comentarios extremos: “Arresto inmediato y expulsión de Japón”, “Que YouTube cierre su canal”, “Embajada española debe dar explicaciones”.
Muchos recuerdan los problemas de overturismo y temen que otros creadores imiten este patrón para ganar “clics fáciles”.
⚖️ Marco legal
La conducta podría encuadrar en varias infracciones:
- 建造物侵入罪 (art.130 del Código Penal japonés) → Entrada ilegal a un recinto: hasta 3 años de cárcel o multa de 100,000 yenes.
- 器物損壊罪 (art.261) → Si dañaron o manipularon bienes del santuario: hasta 3 años de cárcel o multa de 300,000 yenes.
- 文化財保護法 (Ley de Protección de Bienes Culturales) → Si el santuario o sus objetos tienen estatus protegido, las sanciones son más severas (multas mayores, incluso cárcel).
- 入管法 (Ley de Inmigración y Control de Refugiados) → Conductas delictivas reiteradas pueden derivar en revocación de visado y deportación con prohibición de reingreso.
📜 Antecedentes del grupo
No es la primera vez:
- 🎇 Bengalas en un karaoke.
- 🚆 Provocaciones a un anciano en un tren.
- 🙍♀️ Acoso a una joven en una estación.
Este historial muestra un patrón: buscar el escándalo como estrategia de contenido.
🌍 Contexto
Este incidente se conecta con dos debates de fondo en Japón:
- Sobre turismo y respeto cultural → Muchos japoneses sienten que la avalancha de visitantes erosiona la tranquilidad de barrios y templos.
- Imagen de los extranjeros residentes → Conductas extremas afectan la confianza hacia toda la comunidad internacional, dificultando la convivencia diaria.

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