PARÍS.- El sábado 3 de agosto durante el noveno día de los Juegos Olímpicos, se llevó a cabo la final por la medalla de bronce en la categoría de tenis de mesa femenino individual.

La nipona Hayata Hina, de 24 años y actualmente en el quinto lugar del ranking mundial, se enfrentó a la surcoreana Shin Yubin, quien ocupa el octavo lugar en el ranking.

Hayata logró una victoria significativa, derrotando a Shin con un marcador de 4-2, asegurando así la medalla de bronce.

Este triunfo marcó la segunda vez consecutiva que Japón alcanza el podio en esta categoría, siguiendo el precedente de Ito Mima, quien también ganó una medalla de bronce en los Juegos de Tokio 2020.

El camino hacia esta medalla no fue fácil para Hayata. En los cuartos de final, sufrió una lesión en el brazo izquierdo, lo que afectó notablemente su rendimiento.

Durante la semifinal contra la china Sun Yingsha, jugó con una venda visible en su brazo lesionado y perdió rotundamente, lo que incluso la llevó a considerar la posibilidad de retirarse.

Sin embargo, a pesar de sentir que había alcanzado su límite, Hayata decidió seguir adelante con determinación, expresando su deseo de no arrepentirse y de dar lo mejor de sí misma en el enfrentamiento contra Shin.

En el partido por el bronce, Hayata mostró una impresionante resiliencia. Aunque perdió el primer juego 9-11, se recuperó ganando el segundo 13-11.

En el tercer juego, se encontraba en desventaja 7-10, pero logró una racha impresionante de cinco puntos consecutivos para llevarse la victoria.

El cuarto juego también fue para Hayata con un marcador de 11-7. Aunque perdió el quinto juego, finalmente selló su victoria en el sexto juego, alcanzando el momento de la gloria.

Al asegurar su triunfo, se dejó caer en la cancha, cubriendo su rostro con las manos y llorando de alegría. Su entrenador, Ishida, también se emocionó hasta las lágrimas.

En la entrevista posterior al partido, Hayata explicó la dura realidad de competir con una lesión.

Comentó que tras lesionarse en el partido de hace dos días, y jugar ayer en condiciones adversas, le costó aceptar la situación.

Incluso durante los entrenamientos del día del partido, sentía lo mismo, pero gracias a una inyección administrada por el médico antes del encuentro, comenzó a sentir que tal vez podría lograrlo.

Decidió confiar en sí misma y luchar hasta el final, a pesar de sentirse «jugada» por el destino.

Finalmente, con lágrimas en los ojos, expresó su esperanza de que la medalla de bronce sirviera como muestra de su arduo esfuerzo y espíritu de lucha.




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