TOKIO.- En un jardín de infancia nipón , un niño muy pequeño se enfrenta a una gran despedida. Su madre ha sido diagnosticada con una enfermedad grave y debe mudarse pronto para recibir tratamiento. Por eso, él tendrá que graduarse antes que sus compañeros.

Para despedirse de su escuela y, sobre todo, para darle fuerza a su mamá, decide hacer algo especial: intentar saltar una caja de salto de 10 niveles (跳び箱), un reto enorme incluso para niños más grandes.

Ese día, frente a sus compañeros, maestros y padres, el niño se prepara en silencio. Todos lo observan con atención, sabiendo que ese salto no es solo un ejercicio físico. Es un acto de amor. De coraje. De despedida.

Suena la música. Los niños aplauden. El niño corre, toma impulso… y salta. Con todas sus fuerzas, con todo su corazón. Y lo logra.

El público estalla en aplausos. Muchos lloran. No por la altura del salto, sino por lo que significa: la valentía de un niño que, aun siendo pequeño, eligió no rendirse y luchar por alguien a quien ama.

Ese momento se volvió viral en Japón con el título 「たった1人の卒園式」 —Una ceremonia de graduación solo para él— y ha tocado los corazones de miles de personas. Porque a veces, los actos más grandes vienen de los más pequeños.

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