Japón rompe récord de nacimientos de hijos de extranjeros, pero la ley no los reconoce como japoneses
📍Tōkyō | 18 de octubre
Japón registró el año pasado un récord histórico de nacimientos de bebés de padres extranjeros, en medio de la crisis demográfica que golpea al país.
Según cifras del Ministerio de Asuntos Internos y Comunicaciones, más de 22 000 niños nacieron de progenitores no japoneses, lo que equivale al 3 % de todos los nacimientos nacionales, el porcentaje más alto desde que existen registros.
Las madres chinas encabezaron la lista con 4 237 nacimientos, seguidas por las brasileñas (1 807) y las filipinas (1 351).
Estos nuevos residentes llegan en un momento en que el país lucha por revertir la caída de la natalidad y la escasez de mano de obra, pero también enfrentan un vacío legal: nacer en Japón no significa ser japonés.
⚖️ Marco legal
La Ley de Nacionalidad de Japón (国籍法, Ley N.º 147 de 1950) establece que la ciudadanía se adquiere por sangre (jus sanguinis), no por lugar de nacimiento (jus soli).
Según su Artículo 2, un niño será japonés solo si al menos uno de sus padres lo es en el momento del nacimiento.
Hay una excepción: cuando el bebé nace en Japón de padres desconocidos o apátridas, puede recibir la nacionalidad japonesa automáticamente para evitar que quede sin patria.
Por tanto, los hijos de extranjeros —aunque nazcan en suelo japonés y sus padres residan legalmente— no adquieren la nacionalidad japonesa automáticamente. Su estatus depende del permiso de residencia de los padres y, en muchos casos, deberán tramitar la nacionalidad de su país de origen.
La naturalización posterior es posible, pero requiere al menos cinco años consecutivos de residencia, buena conducta, medios económicos y la renuncia a la nacionalidad anterior.
👶 Una nueva generación “entre dos mundos”
Para muchos expertos, el auge de nacimientos de hijos de extranjeros es un reflejo de un Japón que cambia más rápido de lo que su marco legal reconoce.
Especialistas destacan la necesidad de políticas que permitan a estos niños crecer hablando japonés, ganando lo mismo que los ciudadanos y sosteniendo a sus familias. De lo contrario, el resultado será una sociedad dividida.
Mientras tanto, la llegada al poder de la primera ministra conservadora Takaichi Sanae podría endurecer las políticas migratorias. Ella ha prometido una “represión contra la inmigración ilegal” y controles más estrictos sobre la propiedad extranjera de tierras, lo que podría enfriar el debate sobre una sociedad más inclusiva.
🧩 Entre la demografía y la identidad
Japón enfrenta un dilema: su economía necesita inmigrantes jóvenes y familias que sostengan el sistema social, pero la ley aún mantiene un modelo de ciudadanía basado en la sangre y la herencia.
En la práctica, los nuevos bebés nacidos de padres extranjeros serán extranjeros en el país donde nacieron, a menos que el Parlamento impulse una reforma de nacionalidad más abierta, como han hecho Corea del Sur o Alemania.
Por ahora, ser japonés sigue siendo cuestión de linaje, no de lugar de nacimiento.

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