TOKIO.- En un operativo reciente, la Policía Metropolitana  y las autoridades locales realizaron una redada simultánea en cuatro empresas ubicadas en Tochigi y Ibaraki.

Estas compañías, dedicadas a la compra de chatarra metálica, son sospechosas de haber adquirido cables de cobre robados, a sabiendas de su origen ilícito.

Contexto del caso

  • El delito inicial:
    En mayo de 2024, un grupo de ladrones compuesto por siete ciudadanos tailandeses, liderados por el acusado principal, Weichēkū Purichā (24 años), fue detenido por el robo de aproximadamente 840 metros de cable de cobre de una instalación de energía solar en Hinode, Tokio. El valor estimado del material robado asciende a 1,93 millones de yenes.
    Este grupo ha sido vinculado a más de 100 robos similares en instalaciones de energía solar ubicadas en una amplia región de Japón, abarcando una prefectura metropolitana (Tokio) y otras siete.
  • El destino de los materiales robados:
    Según las investigaciones, los cables de cobre robados eran vendidos a un comerciante en Oyama, Tochigi, dirigido por ciudadanos chinos. Aparentemente, este comerciante y otras tres empresas sabían que estaban adquiriendo materiales de origen ilegal.

 

Aspectos legales y operativos

  • Fallas en la regulación:
    El comercio de cables de cobre cortados no está completamente regulado por la Ley de Comercio de Bienes Usados (古物営業法), que exige verificaciones de identidad al momento de las transacciones. Este vacío legal facilita que los ladrones se deshagan de los materiales robados sin mayores complicaciones.
  • Operativo actual:
    A partir de las 10:30 a. m. del 18 de noviembre, un equipo conjunto de la Policía Metropolitana de Tokio y la Policía de Tochigi registró simultáneamente las instalaciones de las cuatro empresas sospechosas en Tochigi (Oyama) e Ibaraki (Koga). Se busca recopilar evidencia que confirme la complicidad de estas compañías en la compra de bienes robados.

 

Impacto y problemática social

El aumento global en los precios de los metales, especialmente del cobre, ha incrementado significativamente los robos de este material en Japón. Este caso subraya un patrón en el que instalaciones de energía solar, que suelen ubicarse en áreas remotas, se convierten en blancos frecuentes de estos delitos.

 

Próximos pasos

La policía continúa investigando para determinar el alcance de la red criminal, incluyendo:

  • La frecuencia con la que los cables robados eran vendidos a estos intermediarios.
  • Posibles conexiones internacionales debido a la presencia de sospechosos de diferentes nacionalidades.
  • La implementación de medidas más estrictas para cerrar los vacíos legales que facilitan el comercio de bienes robados.

 

EL DATO

Este caso pone en evidencia la necesidad urgente de reforzar las regulaciones sobre el comercio de metales y mejorar la seguridad en las instalaciones de energía renovable en Japón.



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