TOKIO.- El 13 de febrero se conmemora el Myōji seitei kinenbi – 苗字制定記念, el día en que se estableció la obligación de que todas las personas llevaran un apellido, en el archipiélago nipón.
Esta medida fue un paso crucial en la modernización del país y la creación de un sistema administrativo más estructurado tras la Restauración Meiji.
Contexto histórico
Antes de la era Meiji (1868-1912), el uso de apellidos en Japón estaba reservado exclusivamente para la nobleza (kuge -公家) y la clase samurái (bushi – 武士).
La mayoría de los plebeyos, especialmente los agricultores y comerciantes, no tenían un apellido formal y se identificaban generalmente por su nombre de pila y, en algunos casos, por el nombre de su aldea o algún apodo basado en su ocupación.
Sin embargo, con la llegada del gobierno de Meiji, se impulsaron reformas para centralizar y modernizar el sistema de gobierno, lo que incluyó la necesidad de registrar a todos los ciudadanos con un apellido.
Primer intento: El «Edicto de Permiso de Apellidos» (1870)
El 19 de septiembre de 1870 (año 3 de la era Meiji), el gobierno promulgó el Heimin Myōji Kyoka-rei (平民苗字許可令), que otorgaba a los plebeyos el derecho de adoptar un apellido si lo deseaban.
Motivos de esta medida:
- Facilitar el registro civil y el control del gobierno sobre la población.
- Fomentar un sentido de identidad nacional y eliminar las diferencias entre clases.
- Preparar el camino para un sistema legal y administrativo más moderno.
Sin embargo, la aceptación de esta nueva norma fue muy lenta. Muchos plebeyos, especialmente en las zonas rurales, desconfiaban del gobierno y temían que el registro de apellidos trajera consigo nuevos impuestos.
Además, una gran parte de la población tenía bajos niveles de alfabetización, lo que hacía que la adopción de apellidos fuera un proceso complicado.
La imposición obligatoria: «Edicto de Uso Obligatorio de Apellidos» (1875)
Dado que la mayoría de la población no adoptó apellidos de manera voluntaria, el gobierno decidió imponer la obligación formalmente.
Así, el 13 de febrero de 1875 (año 8 de la era Meiji), se emitió el Heimin Myōji Hisshō Gimu-rei (平民苗字必称義務令), que obligaba a todos los ciudadanos a portar un apellido.
Aquellos que no tenían uno debían elegirlo y registrarlo.
Consecuencias inmediatas:
- Resistencia y dificultades: La medida no fue bien recibida por muchos, y algunos la veían como una imposición arbitraria.
- Selección improvisada de apellidos: Dado que muchas familias nunca habían tenido un apellido, algunas personas eligieron apellidos de manera creativa o humorística, lo que llevó a nombres curiosos como:
- Sakamaki (酒巻): «Sake enrollado», usado por una persona aficionada a la bebida.
- Onnaraku (女楽): «Diversión con mujeres», adoptado por un mujeriego.
- Uso de nombres geográficos: Muchas personas optaron por tomar el nombre de su pueblo o aldea como apellido.
Relación con el «Día del Apellido»
Además del 13 de febrero, el 19 de septiembre también es una fecha relacionada con los apellidos en Japón, ya que conmemora la promulgación del «Edicto de Permiso de Apellidos» de 1870, el primer intento del gobierno de otorgar apellidos a todos los ciudadanos.
Impacto y legado de la norma
Hoy en día, los apellidos son una parte fundamental de la identidad japonesa y siguen siendo transmitidos de generación en generación.
La implementación de esta norma ayudó a crear un sistema de registro más eficiente y fue clave para la modernización del país.
Dato curioso:
Japón tiene una de las mayores diversidades de apellidos en el mundo, con más de 100,000 apellidos diferentes, aunque algunos como Satō (佐藤), Suzuki (鈴木) y Takahashi (高橋) son los más comunes.
Conclusión
El 13 de febrero es un día que recuerda cómo Japón pasó de un sistema feudal con estrictas divisiones sociales a una nación con un registro civil uniforme.
Aunque la imposición de los apellidos generó resistencia en su momento, con el tiempo se convirtió en un elemento esencial de la identidad de cada ciudadano japonés.
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