TOKIO.- Un día como hoy 1983, en el juicio de apelación del caso de Nagayama Norio, acusado de cometer cuatro asesinatos, el Segundo Tribunal de la Corte Suprema de Japón tomó una decisión significativa.
El tribunal declaró que la sentencia original del Tribunal Superior de Tokio, que había condenado a Nagayama a cadena perpetua, era «notablemente contrario a la justicia» por haber evitado la pena de muerte.
En consecuencia, la Corte Suprema anuló esta sentencia y devolvió el caso al Tribunal Superior de Tokio para una nueva revisión.
Durante este proceso, el Segundo Tribunal de la Corte Suprema estableció un conjunto de criterios para la aplicación de la pena de muerte, conocidos como los «Criterios de Nagayama» 「永山基準」 .
Estos criterios incluyen nueve factores específicos que deben ser considerados: la naturaleza del crimen, el motivo, la forma en que se cometió el crimen, la gravedad de los resultados, entre otros.
Estos factores se han convertido en un referente importante y han sido citados frecuentemente en juicios penales posteriores en Japón.
Nagayama, que tenía 19 años en 1968, cometió sus crímenes comenzando con el asesinato de un guardia de seguridad en un hotel de Tokio.
Posteriormente, asesinó a otras tres personas en Kioto y en otras localidades.
En 1990, durante la segunda apelación, la sentencia de muerte de Nagayama fue confirmada, y finalmente, en 1997, la pena de muerte fue ejecutada.
Los «Criterios de Nagayama 「永山基準」» han tenido un impacto duradero en el sistema judicial japonés, proporcionando un marco claro para la consideración de la pena capital y asegurando que las decisiones de este tipo se tomen con un alto grado de escrutinio y justificación.
EL DATO
En Japón, la pena de muerte se ejecuta en la horca. El condenado se entera minutos antes de su ejecución y sus familiares luego de la misma. El ministro de Justicia es quien autoriza se ejecute la pena.
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