TOKIO.- Entre mayo de 2023 y abril de 2024, Japón registró un total de 32,576 muertes relacionadas con el COVID-19, según las estadísticas demográficas publicadas por el Ministerio de Salud, Trabajo y Bienestar.
Este número es aproximadamente 15 veces mayor que las 2,244 muertes atribuidas a la influenza estacional durante el mismo período, lo que evidencia el impacto continuo de la pandemia, particularmente entre la población de adultos mayores.
Nueva categoría
En mayo de 2023, el gobierno japonés reclasificó el COVID-19 en la categoría de enfermedades de Clase 5, una categoría más baja en comparación con el nivel previo, lo que supuso una reducción en las restricciones y en la vigilancia intensiva de la enfermedad.
Esta medida se basó en la percepción de que el riesgo de casos graves había disminuido. Sin embargo, la realidad de las cifras muestra que, a pesar de este relajamiento, el virus continúa representando una amenaza significativa, especialmente para los grupos más vulnerables.
Cerca del 97% de las muertes reportadas durante este período correspondieron a personas mayores de 65 años, destacando el gran impacto del COVID-19 en una sociedad que enfrenta un acelerado envejecimiento poblacional.
Mutación
El virus, que ha mostrado una capacidad considerable de mutar, ha mantenido un alto grado de contagiosidad, mientras que su patogenicidad no ha disminuido lo suficiente como para prevenir muertes, particularmente entre aquellos con condiciones de salud preexistentes.
Especialistas señalan la necesidad de reflexionar sobre qué medidas pueden tomarse para reducir el impacto del COVID-19 en un país con una población envejecida como Japón.
A medida que el invierno se acerca, históricamente un periodo de aumento de casos, la preocupación por nuevos brotes y por la mortalidad entre los más vulnerables sigue siendo alta.
El llamado es a que tanto el gobierno como los ciudadanos reconsideren sus estrategias de prevención y protección, especialmente frente a la persistente amenaza de variantes del virus.
EL DATO
Aunque el gobierno japonés ha flexibilizado su enfoque frente al COVID-19, la alta mortalidad observada en el último año refleja que la pandemia sigue siendo una preocupación crítica, en particular para la población de la tercera edad.
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