TOKIO.- En Japón, la problemática de los «muen itai – 無縁遺体 (cuerpos sin familiares que los reclamen después de fallecer), es un problema social alarmante que ha cobrado relevancia en las últimas décadas debido a factores demográficos y cambios culturales.

Este fenómeno afecta principalmente a personas mayores que mueren sin familiares o amigos que se hagan responsables de sus restos.

La problemática plantea serios desafíos sociales, económicos y éticos para la sociedad japonesa.

En una encuesta realizada por el Ministerio de Salud, Trabajo y Bienestar, se reveló que solo el 11.2% de las municipalidades cuenta con manuales o normativas específicas para manejar estos casos, lo que deja a muchas otras sin procedimientos claros.

Entre 2018 y 2021, se registraron alrededor de 106,000 muen itai, según el primer estudio realizado por el Ministerio de Asuntos Interiores.

Además, un sondeo hecho este año por el diario Yomiuri Shimbun a ciudades importantes mostró un aumento del 30% en los últimos cinco años en el número de estos casos.

 

En Japón, la ley establece que el municipio donde ocurre el fallecimiento debe encargarse de la cremación de los cuerpos sin familiares reclamantes.

Si encuentran a algún pariente, se les solicita que se hagan cargo de los restos y pertenencias del fallecido.

En casos donde no hay familiares, o estos se niegan a asumir la responsabilidad, el municipio procede a la cremación y guarda los restos y pertenencias.

Si el difunto dejó dinero, se usa para cubrir los costos de cremación; de lo contrario, el gasto recae en fondos públicos.

La falta de procedimientos es especialmente notoria en municipios pequeños, donde se complica la búsqueda de familiares, la duración de la custodia de los restos y la falta de espacios de almacenamiento para las cenizas.

Además, los funcionarios enfrentan una carga administrativa significativa, al tener que investigar los contactos de los familiares y gestionar los trámites relacionados.

En algunos casos, los funcionarios reportan conflictos con familiares que no estaban al tanto de la cremación y quienes a veces asumen erróneamente que el municipio ofrece servicios de cremación de bajo costo.

Ante este contexto, el Ministerio de Salud planea realizar consultas con expertos y empresas funerarias para definir pautas y abordar estas dificultades.

La intención es establecer guías uniformes que orienten a los municipios y fomentar que cada uno adapte estas guías a las prácticas funerarias locales.

 

 

Factores que Contribuyen a la Problemática de los «Muen Itai»

  1. Envejecimiento de la Población y Baja Tasa de Natalidad
    Japón enfrenta un «superenvejecimiento,» con una de las poblaciones más longevas del mundo y una baja tasa de natalidad. Este fenómeno hace que muchas personas ancianas vivan solas, sin familiares cercanos que se encarguen de ellas tras su fallecimiento, lo que ha disparado los casos de «muen itai».
  2. Aislamiento Social y Cambios en la Estructura Familiar
    La estructura familiar tradicional japonesa ha cambiado drásticamente, sustituyendo el modelo de familias extensas por núcleos familiares pequeños o personas que optan por vivir solas. Este cambio ha incrementado el aislamiento social, particularmente en adultos mayores, lo cual contribuye a que mueran sin conexiones significativas.
  3. Cambio Cultural en la Comunidad y la Responsabilidad Familiar
    Anteriormente, las comunidades o familias extendidas asumían responsabilidades por sus miembros fallecidos, incluso si eran parientes lejanos. Sin embargo, el sentido de responsabilidad social ha disminuido, y la gente ahora tiende a centrarse en su núcleo familiar, dejando a muchos individuos sin respaldo al morir.

 

Consecuencias y Desafíos de los «Muen Itai»

  1. Gestión de los Restos Mortales
    Las autoridades locales son responsables de gestionar los cuerpos sin reclamar, lo cual representa una carga económica y logística significativa. Estos restos suelen almacenarse en morgues hasta que se verifica si existe algún familiar. Si no se encuentra a nadie, se procede a una sepultura anónima o cremación en masa.
  2. Cargas Financieras para el Estado y las Instituciones Locales
    El mantenimiento de estos cuerpos y la búsqueda de familiares representan costos altos para los gobiernos locales. La investigación para localizar parientes suele ser costosa y a menudo resulta infructuosa.
  3. Impacto Psicológico y Social
    Para muchas personas en Japón, la idea de morir como un «muen itai» genera ansiedad, ya que implica una muerte solitaria, sin la conexión que tradicionalmente se asocia con los valores japoneses de comunidad y honor familiar. Además, este fenómeno plantea dilemas éticos, ya que algunos perciben el proceso como despersonalizado y sin la dignidad que merece el fallecido.

 

Desarrollo de Nuevos Servicios y Modelos de Apoyo

Algunos sectores han respondido ofreciendo servicios de «gestión de vida y muerte» para que las personas mayores puedan organizar sus propios arreglos funerarios, evitando convertirse en «muen itai». Estos servicios incluyen almacenamiento de documentos personales, disposición de bienes, y contacto con familiares o amigos para el funeral.

 

Soluciones en Debate

  1. Refuerzo del Apoyo Comunitario y Programas Sociales para Mayores
    Para combatir el aislamiento, se proponen programas comunitarios y redes de apoyo que promuevan la interacción entre personas mayores y otros miembros de la comunidad, reforzando el sentido de pertenencia.
  2. Servicios y Políticas para Prevenir el Aislamiento Social
    Políticas como programas de vivienda compartida o actividades comunitarias buscan incentivar la interacción social, especialmente en personas mayores.
  3. Planificación de Fin de Vida
    Algunos programas de planificación permiten a los ancianos organizar sus propios arreglos funerarios con antelación, reduciendo la carga para el estado y permitiéndoles decidir cómo desean ser recordados.

 

EL DATO

La urgencia de esta medida también se relaciona con el crecimiento de personas mayores que viven solas, que pasó de 1.62 millones en 1990 a 6.71 millones en 2020, y se proyecta que para 2040 superará los 10 millones, lo que plantea un reto para los servicios sociales y de atención en Japón.


 


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