¿Ya pasó Navidad? El Japón que aprende a vivir sin exagerar las fiestas
📍Tōkyō | 28 de diciembre
En Japón, el final de 2025 parece deslizarse en puntillas. Las luces siguen colgadas, las canciones suenan en los centros comerciales, pero la emoción… esa sí parece haberse apagado un poco. Hay menos regalos, menos cenas, menos planes. Incluso menos ganas. Mucha gente confiesa que ni siquiera notó cuándo pasó la Navidad; fue como una sombra que cruzó la calle sin saludar.
Las cifras no mienten: los gastos festivos bajan, las tradiciones se reducen y la palabra que más se escucha es “ahorrar”. Ahorrar dinero, sí. Pero también ahorrar energía emocional, fuerzas, expectativas.
Este fin de año llega casi en silencio. Y duele un poco reconocerlo, porque el Año Nuevo siempre fue especial en Japón. Era el momento de volver a casa, limpiar, empezar de cero. Hoy, en cambio, se vive con menos brillo y más cansancio.
Las encuestas lo venían diciendo desde antes: cada vez menos personas compran regalos, preparan cenas especiales o envían tarjetas de Año Nuevo. Muchas familias ajustan el bolsillo por el aumento del costo de vida. Otras, simplemente, ya no sienten que tengan que celebrar “porque toca”. En redes sociales se repite la misma frase, medio en broma, medio en resignación:
E, mō kurisumasu owatta? 「え、もうクリスマス終わった?」 “¿Eh? ¿Ya pasó Navidad?”
Durante años, en Japón existió una presión suave pero constante para cumplir con los rituales: enviar postales, comprar el osechi, dar dinero a los niños, asistir a eventos del trabajo. Hoy, muchos han empezado a soltar esas obligaciones. No es que no les importe. Es que buscan respirar. Vivir con menos carga. No gastar por pura costumbre. No aparentar.
Y aun así, algunas tradiciones resisten. El sencillo Toshikoshi soba (年越しそば) —ese plato humilde que se come al cerrar el año—, la primera visita al santuario, una reunión tranquila en casa sin lujo ni ruido. Son gestos pequeños, baratos, pero cargados de significado. Como una vela encendida en medio de una habitación oscura.
Pero este cambio también abre preguntas. Japón siempre fue una sociedad tejida por rituales, por actos compartidos que daban identidad y pertenencia. Hoy, mientras ganamos libertad individual, puede que estemos perdiendo un poquito de ese sentimiento de “vivir el mismo momento juntos”.
Es, al final, un cierre de año más silencioso. Más íntimo. Menos decorado, menos exigente. Un Japón que aprende a celebrar —o a no celebrar— a su propio ritmo. Con menos presión. Con más calma. Y quizá, con la esperanza de que, en lo sencillo, todavía haya un espacio cálido donde encontrarnos.
©NoticiasNippon

