TOKIO.- En septiembre de 2015, un extranjero de nacionalidad peruana, Vayron Jonathan Nakada Ludeña , cometió seis asesinatos en Kumagaya, prefectura de Saitama.

Entre las víctimas había dos niñas de primaria. Nakada fue condenado a la pena de muerte en 2018 por el Tribunal de Distrito de Saitama bajo los cargos de robo con asesinato.

Sin embargo, un año después,  la Corte Superior de Tokio revocó esta sentencia y la redujo a cadena perpetua, al considerar que padecía esquizofrenia en el momento de los crímenes, lo que afectaba su responsabilidad penal.

Posteriormente, la Fiscalía decidió no apelar esta decisión ante la Corte Suprema, confirmando así la condena a cadena perpetua.

Este caso causó gran conmoción en Japón y abrió debates sobre la responsabilidad penal, salud mental y las fallas en la gestión policial del incidente.

 

La demanda contra la policía

Katō Yukio, quien perdió a su esposa Miwako (41) y a sus dos hijas, Misaki (10) y Haruka (7), presentó una demanda contra la prefectura de Saitama, argumentando que la policía no cumplió su deber de advertir a los residentes sobre el peligro. solicitó una compensación por daños.

Sostuvo que una comunicación efectiva sobre la fuga del sospechoso podría haber salvado vidas. La demanda buscaba una compensación por daños y señalaba negligencia en la respuesta policial.

La disputa legal llegó al Tribunal Supremo, donde la Tercera Sala Pequeña, presidida por el juez Katsunari Uga, tomó la decisión el pasado miércoles 13 de noviembre de desestimar la apelación presentada.

Con esta resolución, se confirmó la derrota definitiva de Katō en el caso.

 

Desarrollo legal

  1. Primera instancia (2022): El Tribunal del Distrito de Saitama desestimó la demanda de Katō, afirmando que, incluso si la policía hubiera alertado a los ciudadanos, no era posible asegurar que los asesinatos se habrían evitado.
  2. Segunda instancia (2023): El Tribunal Superior de Tokio confirmó este fallo, respaldando que no existía una conexión causal directa entre la falta de acción policial y las muertes.
  3. Decisión final (2024): El Tribunal Supremo rechazó la apelación de Katō, concluyendo que no había pruebas suficientes para responsabilizar legalmente a la policía.

Impacto emocional en las víctimas

Katō, el esposo y padre de las víctimas, expresó su dolor y frustración al no recibir respuestas claras sobre los motivos del crimen o las últimas palabras de su familia.

Declaró sentirse devastado, con una vida vacía tras la pérdida de su esposa e hijas.

 

Víctimas

Estos crímenes ocurrieron en un lapso de tres días, entre el 14 y el 16 de septiembre de 2015, en un radio de aproximadamente 1,3 kilómetros en Kumagaya.

  • Kazuyo Shirai, una mujer de 84 años que vivía sola.
  • Minoru Tasaki (55 años) y su esposa Misae Tasaki (53 años).
  • Miwako Kato (41 años) y sus hijas Misaki (10 años) y Haruka (7 años).

 

Comportamiento del acusado

El peruano mostró actitudes incoherentes y frías durante los juicios:

  • Pronunció frases como: “Vivo en el infierno” y “Si maté a seis personas, mátenme. Así sus familias podrán ir al cielo”.
  • No mostró arrepentimiento y culpó a la sociedad japonesa.
  • Su salud mental fue evaluada, pero el tribunal concluyó que era responsable penalmente.

Reacciones y debate público

  • Familiares de las víctimas: Se declararon decepcionados por la falta de responsabilidad asumida tanto por el acusado como por la policía.
  • Opinión pública: El caso generó preguntas sobre el papel de las fuerzas policiales en la prevención de crímenes, la comunicación en emergencias y la dificultad de establecer nexos causales legales en situaciones trágicas.

Implicaciones del caso

  1. Responsabilidad policial: El fallo podría sentar un precedente limitando las demandas contra las autoridades por omisiones en la prevención de crímenes.
  2. Debate sobre salud mental: Reafirmó la controversia en Japón sobre la responsabilidad penal de personas con posibles trastornos mentales.
  3. Dolor persistente: Las familias de las víctimas siguen buscando respuestas y justicia, mientras enfrentan una lucha emocional que trasciende los tribunales.

Reflexión

Este caso no solo expone las fallas institucionales, sino también la lucha humana por justicia y la complejidad de procesar tragedias devastadoras. La resolución final deja un vacío en términos de prevención futura y sanación emocional para quienes perdieron a sus seres queridos.

 

EL DATO

El hermano de Vayron Jonathan Nakada Ludeña es Pedro Pablo Nakada Ludeña, conocido como el «Apóstol de la Muerte». Es el mayor asesino en serie en la historia del Perú, habiendo confesado el asesinato de 25 personas entre 2005 y 2006. En 2007, fue condenado a 35 años de prisión por estos crímenes. Posteriormente, debido a un diagnóstico de esquizofrenia paranoide, fue internado en un centro psiquiátrico.

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